Noche épica del Atlético
El equipo rojiblanco aplasta al Barcelona, que se hundió en el segundo tiempo con errores en todas las líneas
En la mejor tradición de un equipo imprevisible por naturaleza, el Atlético destrozó al Barça, que está hecho puré. Volvió a recibir tres goles y terminó tan quebrantado que cuesta creer en una recuperación. El Atlético puede presumir de todo lo contrario. De su vibrante actuación en el segundo tiempo sólo cabe esperar un efecto extraordinariamente beneficioso. Si el fútbol es un estado de ánimo, el Atlético ya ha encontrado el camino que necesitaba para enfrentarse con la ingente tarea que le espera en la Liga.Los preocupantes síntomas de los equipos se observaron en un partido de vuelo corto. O sin vuelo. El Barça ofreció una versión achatadísima de lo que se llama fútbol control. Dispuso de la pelota y dio toda la impresión de manejar el encuentro, pero no le sirvió de nada. Un error conceptual atacó de raíz el juego del Barça. Sin amplitud en las líneas, la posesión es inútil. O contraproducente, porque obliga a una altísima densidad de jugadores en lugares donde una intercepción de la pelota resulta temible. El gol de Hasselbaink llegó por ese error. El equipo estaba en posiciones avanzadas, con todo el mundo en una baldosa, y de repente el Atlético se encontró con la posibilidad de un contragolpe por la derecha, protagonizado por Aguilera, que encontró a Hasselbaink en el área. Hasselbaink, más firme que Abelardo en el choque, controló y remató. Muy bien, por cierto.
ATLÉTICO 3BARCELONA 0
Atlético de Madrid: Toni; Gaspar, Gamarra, Santi, Capdevila; Aguilera (Roberto, m.70), Baraja, Hugo Leal (Kiko, m.86), Luque; Paunovic y Hasselbaink (Mena, m.80).Barcelona: Hesp; Puyol, Abelardo, Frank de Boer, Bogarde; Figo, Xavi (Lìtmanen, m.58), Gabri (Reiziger, m.83), Cocu (Dani, m.70); Kluivert y Rivaldo. Goles: 1-0. M. 29. Hasselbaink, a la media vuelta, con un tiro ajustado al palo. 2-0. M. 47. Aguilera se va de tres contrarios en una gran jugada personal por la banda derecha, cede atrás y Baraja marca. 3-0. M. 53. Hugo Leal, de cabeza, a pase de Luque. Árbitro: Carmona Méndez. Amonestó a Capdevila, Gaspar, Gabri y Figo. Unas 45.000 personas en el Vicente Calderón. Jesús Gil presidió el partido desde el palco, por primera vez desde la intervención judicial del club, el pasado 22 de diciembre. Partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey. La vuelta se jugará el 26 de abril en el Camp Nou.
Todo el interés del Barça por disponer del balón se fue a pique por la insistencia de Rivaldo y Figo en salirse de los extremos. Se reunieron con Cocu y Gabri en la media punta. Del atasco no salió nada decente. Allí terminó todo el juego del Barça en el primer tiempo. Se vieron un par de tiros de Rivaldo y poco más. Sin extremos de verdad, el Barça se condenó a una murria inútil.
Del Atlético no hubo noticias hasta el gol de Hasselbaink. No volvieron a producirse hasta el segundo tiempo. Y entonces llegaron en tromba. El Atlético tumbó al Barça en un arranque sensacional. Le dio el mismo tratamiento de choque que el Chelsea y el Mallorca. Con idéntico resultado: tres goles. La fiesta rojiblanca comenzó con una grandiosa jugada de Aguilera, de la misma magnitud que la pasividad defensiva del Barça. Bogarde se rajó en un balón dividido, que cayó en poder de Aguilera. En un acto imprevisto, por intrépido, decidió progresar hasta el área entre Rivaldo y Frank de Boer, que hicieron el tancredo. Se quedaron quietos y blandos frente al enérgico Aguilera, que pasó entre ellos, regateó a Cocu y le dio el gol a Baraja entre el entusiasmo de la hinchada. No se había visto nada semejante en el Manzanares desde hacía mucho tiempo.
El gol provocó una sacudida en el Atlético y su gente. El Barça se quedó inerme ante la oleada que se precipitó sobre su área.El tercer gol tardó muy poco en llegar. Por primera vez en la temporada, el Atlético sintió la felicidad de jugar al fútbol, de disfrutar, de darse una satisfacción de las grandes. El Barça se desintegró con la misma facilidad que los dos últimos partidos, entre señales evidentes de la grave crisis que atraviesa. Allí estaba un equipo sin identidad, roto en todas las líneas, paralizado ante lo que se le vino encima. No tuvo ni un solo recurso para detener al Atlético, que logró el tercero en un centro desde la izquierda de Luque, perfectamente rematado por Hugo Leal. La locura invadió el estadio. La afición salió de su incredulidad para vivir una noche doblemente feliz, por la contundencia de la victoria y por absolutamente imprevista. Pero la historia del Atlético ha sido generosa en esta clase de proezas. Todo el segundo tiempo fue un delirio, una fiesta a la que nada pudo oponer el Barça. Ejerció de víctima con todas las consecuencias, en un estado de debilidad que nadie podía sospechar hace dos semanas. Así de asombroso es el fútbol. Hace bien poco, el Barça parecía en disposición de completar una temporada histórica. Ahora es un puro cascote.
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