Bricall aboga por hacer más flexible y diversificar la enseñanza superior
Josep Maria Bricall, director del último diagnóstico sobre la universidad española contenido en el Informe 2000, propuso ayer en Valencia una serie de "aproximaciones" que faciliten el cierto desbloqueo que, a su juicio, padece la universidad. Bricall abogó por flexibilizar el marco que regula la organización y funcionamiento de la universidad y diversificar la enseñanza superior.
Fiel al lema de la Fundación Solidaridad y Tolerancia que lo invitó a exponer el Informe 2000 en Valencia, el ex rector catalán respondió anoche a medio centenar de universitarios de la Asociación de Estudiantes Nacionalistas (AEN) con el arma de la paciencia, tras invitarlos a escucharlo para poder criticarlo. Una misión imposible, que convirtió la protesta inicial contra un informe que ha levantado polémica en parte de los sectores universitarios en un gesto que acabó en gritos de "feixistes" contra ponentes y asistentes. Por lo demás, Bricall optó por no contribuir a la crispación y propuso sus "siete aproximaciones" que se desprenden del informe elaborado a lo largo del último año que, en su opinión, pueden ayudar a desbloquear el debate sobre la situación actual de la universidad española y contribuir a que ésta conserve "su esencia" y "no se banalice".Más financiación
La innegable penetración de la información y de las nuevas tecnologías en todos los aspectos y actividades socieconómicas y culturales impone, pues, una reflexión en el seno de la universidad y en su doble faceta: la de la formación y la investigación. Pero, también desde el gobierno, que debe de hacer un esfuerzo financiero significativo para que las universidades, cada una desde su ámbito geográfico concreto, pero también desde la universalidad que caracteriza el conocimiento actual, hagan de sus instituciones agentes dinamizadores, no sólo de la actividad económica (puesto que ya lo son), sino también de la vida sociocultural.
Para ello, el ex presidente de la Conferencia de Rectores Europeos (CRE) pidió "autonomía". Una autonomía entendida como mayor flexibilidad de organización y académica, que propicie la movilidad de profesores y estudiantes, incorpore las necesidades reales de la sociedad al área de la investigación [previa planificación de los gobiernos de turno] y, en contrapartida, la universidad rinda cuentas. "La Administración debería decir qué prefiere o qué requiere para resolver aspectos de la formación y de la investigación". Pero, para ello, el gobierno debe de planificarse, cosa que, a su juicio, no hace.
Acompañado por el rector Pedro Ruiz y por el ex rector Ramon Lapiedra, Bricall se decantó por un cambio en el sistema de regulación del marco universitario -esto es, la Ley de Reforma Universitaria (LRU), cuya reforma aplazó el Gobierno de Aznar durante toda la legislatura pasada- y un desdoblamiento de la enseñanza superior universitaria y no universitaria. "La formación paralela", en estudios como informática, administración de empresas y turismo, que en países europeos no forma parte de las enseñanzas superiores no universitarias, pero gozan de gran prestigio.
En la práctica, Bricall apuesta por que la universidad se abra a todos los sectores con un plan de formación continua que permita mejorar titulados, lograr una formación adecuada al mercado laboral, en el caso de quienes ya trabajan, y dinamizar aspectos de la vida social o cultural desde áreas como las Humanidades.
La receta, sin embargo, cuesta dinero. El Informe 2000 propone duplicar el número de becas actual en función del umbral de renta y de los resultados académicos, para que todo el mundo pueda acceder a la universidad, y mantener el nivel de tasas académicas. "El crecimiento de un país", subrayó, "en parte es tributario de su vida universitaria".
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