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Pupitres vacíos

Cuando en 1979 Antonio Moya Ramos, el alcalde popular de Las Tres Villas, llegó a la alcaldía, Doña María, Ocaña y Escullar -los tres pequeños núcleos que conforman un municipio almeriense situado cerca del límite con Granada- sumaban 1.012 habitantes. Hoy la población es casi la mitad (630 vecinos) y sobre el pueblo pende la amenaza del avance del despoblamiento.En las calles de Las Tres Villas las voces infantiles apenas superan la media docena. Son las mismas voces que se pueden escuchar en el colegio que acoge Ocaña, un colegio con siete alumnos que podría ser cerrado el próximo curso si antes no tiene éxito la iniciativa que se le ocurrió al alcalde para evitar que se le ponga un candado al último reducto de juventud que resiste en Las Tres Villas.

"El próximo curso, dos de los alumnos del colegio pasarán a la Enseñanza Secundaria Obligatoria y se irán a otro pueblo para dar clases. Entonces nuestro colegio se quedará sólo con cinco niños y, como son tan pocos, nos lo pueden cerrar. Por eso he decidido ofrecer una casa en Ocaña a una familia que tenga al menos dos hijos menores de 10 años", explica Antonio Moya.

La idea ha sido muy bien acogida por los vecinos de Las Tres Villas, especialmente por los que habitan en Ocaña. "Esto es lo mejor que se le podría haber ocurrido porque aquí ya no queda gente joven y sería muy triste que cerraran el colegio", explica María Pérez López, una mujer de 67 años. "Ya no es como antes. Hoy las mujeres no quieren criar mucho. Si fueran todas como yo, que en 22 meses parí a tres hijos", explica entre risas. Pero la risa de María se torna en gesto serio cuando vaticina lo que puede ser el futuro de su pueblo: "Como esto siga así, el pueblo se convierte en un cementerio".

Este verano, las vacaciones escolares dejarán los pupitres vacíos. Aunque el alcalde y los vecinos confían en que vuelvan a ser ocupados cuando comience el próximo curso. Y datos para la esperanza no les faltan. "Ya ha llamado mucha gente de todos sitios para interesarse. Hasta una familia que dice que tiene 11 hijos", asegura el alcalde.

Además de una casa amueblada, el primer edil garantiza también trabajo para la familia que decida impedir el cierre del colegio matriculando en el centro de Ocaña a sus hijos. "Eso sí, aquí no hay trabajo de oficina. Sólo se puede trabajar en la tierra o como albañil o mecánico", advierte Antonio Moya para que nadie se lleve a engaño. El problema de Ocaña no es nuevo. El pasado curso consiguieron que una familia de Ecuador se instalara en el pueblo. Pero después se fueron y el fantasma del despoblamiento sigue planeando sobre Las Tres Villas.

Además de gozar de un hogar y un trabajo, la familia que se instale en Ocaña se ahorrará el tiempo de llevar a sus hijos al colegio. La casa que ofrece el alcalde está adosada al centro que pretenden mantener abierto. Es una de las antiguas casas de los maestros, hoy vacía.

Antonio Moya no tiene aún claro cómo escogerá a sus próximos vecinos entre las muchas llamadas que está recibiendo. "Veremos cómo son todas las familias que se están interesando y la que me parezca mejor...", explica. Lo que sí tiene claro es que debe luchar por que el colegio no se cierre por falta de niños. "Si se cierra, los niños que hay aquí tendrán que ir al colegio de otro pueblo. En invierno los días son cortos y cuando lleguen a sus casas por la tarde ya es de noche y las criaturas no tendrían tiempo para estudiar", comenta el hombre que trata de evitar que su pueblo pierda toda esperanza de futuro.

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