Vivir fuera de tu país
Vivir fuera de tu país es uno de los frutos de la vida. De hecho, he estado en varios países durante meses y he experimentado distintas culturas. Al principio, mi objetivo fue -como el de casi todos- aprender un idioma, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que no era sólo eso, sino que también vivir en el extrajero significa algo más que un idioma: alimentar tu propia filosofía. Me gustaría argumentar esto.Como extranjero -llegado de un país oriental con un estilo de vida muy distinto a Occidente-, fui captando poco a poco la diferencia de costumbres: la manera de hablar, ¿podéis hablar sin el gesto de las manos? La de comer, ¿coméis con los palillos? La de leer, ¿leéis de arriba abajo? La de saludar, ¿besar y estrechar la mano? La de sentir, ¿por qué Chiquito de la Calzada es un hombre cómico? La de creer, ¿existe Dios? La de todo... Así pues, tuve muchas dificultades en cada ámbito.
El dilema surge cuando la gente del país da por sentado que compartimos la misma cultura e idioma, aunque en el fondo sabe que hay diferencias, y no podemos apenas expresar lo que sentimos. Ésta es la razón por la que escribo, para que la gente me comprenda mejor.
No soy masoquista, pero este sentimiento me ha servido para ver esta experiencia como algo muy positivo. Ahora entiendo mucho mejor la actualidad y disfruto más de este mundo. Ahí están los frutos. Conocer otros modos de vida me permitió, en definitiva, formar mi pensamiento y analizar con mayor criterio. Es normal que los extranjeros, sobre todo al principio, nos sintamos incómodos, pero quisiera que nos diéramos cuenta -incluso aquellos que nunca han salido de su tierra- de que es una gran experiencia de vida.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.