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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Enfermedad mental

Me congratulo de que, en su editorial del 29 de marzo de 2000, reconozcan que las enfermedades mentales no son una cuestión marginal. Sólo una enfermedad como la esquizofrenia afecta (con seguridad) a más de 200.000 familias y, según cálculos realizados en Estados Unidos, supone un coste total del 0,6 % del PIB para la sociedad, que, en nuestro país, recae en un 80% sobre los familiares directos, al contrario de lo que ocurre en los países de modelo social noreuropeo, donde el Estado se hace cargo de la mayor parte de los costes y, por tanto, de la atención sociosanitaria correspondiente.A pesar de que esto es así, los medios de comunicación se hacen eco de este problema casi únicamente cuando hay un caso especialmente extremo y dramático. Ustedes mismos, en su editorial, piden que los poderes públicos afronten la búsqueda de soluciones que "eviten casos tan dolorosos como el trágico suceso de Galicia". Pero, aunque no existiesen estos casos excepcionales, seguiría existiendo el sufrimiento diario de cientos de miles de personas afectadas y de sus familiares directos y, por tanto, la necesidad de que los poderes públicos dediquen muchos más recursos a los problemas de las enfermedades mentales, que son crecientes en la nueva sociedad competitiva y cambiante.

La reforma psiquiátrica, iniciada con mucho entusiasmo en los primeros años ochenta, ha quedado semiparada en la mayor parte del país, probablemente por insuficiencias presupuestarias, y sospecho que también por un cierto desánimo de los profesionales implicados.

Hay que reconocer que para el sistema sanitario es mucho más gratificante dedicar recursos a trasplantes (donde estamos a la cabeza de Europa) que a la difícil y oscura tarea de tratar con enfermos mentales. Sin embargo, la dignidad y la solidaridad de un país se mide en la forma en que trata a sus marginados, sean éstos enfermos mentales, ancianos incapacitados, inmigrantes o grupos étnicos discriminados.

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Pero para eso hay que pagar impuestos como en los países de alto nivel de servicios sociales y eso no parece que sea muy popular.- . .

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