El museo de un creador polifacético
Nació en Vitoria, se formó en Bilbao, llegó a la madurez artística tras pasar por París, Barcelona, Madrid y Londres, y alcanzó la plenitud en Estella, donde se refugió a sus 49 años, para buscar el sosiego necesario por el paso de los años que se transformó en más que cariño por este último lugar de acogida. El amor por la tierra navarra de Gustavo de Maeztu tiene su mejor ejemplo en el museo dedicado a su obra en la localidad de Estella, que parece seguir la senda emprendida por el pintor alavés: un clasicismo cosmopolita no exento de atrevimiento y una curiosidad polifacética. La vida de Gustavo de Maeztu está ligada a la de los artistas plásticos de la Generación del 98, de la que su hermano Ramiro fue uno de sus principales impulsores. De ahí que no sea difícil rastrear en su obra esa inspiración regeneracionista que caracterizó a los creadores de entresiglos. Pero eso es el comienzo, con obras interesantes como Los novios de Vozmediano, enmarcada en la vindicación de Castilla que tuvieron Unamuno, Azorín y otros. Pronto introduciría en su pintura elementos más relacionados con el espíritu hedonista de los años veinte, como refleja esa Pareja de club o, incluso, su propio Autorretrato, una de sus obras más logradasÓleos de ida y vuelta
Estas piezas forman parte del total de 500 que legó, tras su muerte, la familia de Gustavo de Maeztu al Ayuntamiento de Estella. Sorprende en un primer instante tal acumulación de obra propia por parte de un pintor cotizado en su momento. La razón estriba en que el propio artista fue comprando, cuando ya era un creador consagrado, buena parte de los óleos que había vendido a lo largo de su vida. Y ello para fortuna de los visitantes que hoy acuden hasta Estella para visitar el museo dedicado a su figura.
Y a esta riqueza expositora hay que sumar la que ofrece el propio edificio que alberga la obra del pintor alavés. Como señala la directora del museo, Camino Paredes, la restauración del Palacio de los Reyes de Navara "se ha realizado de tal modo que en parte del recorrido el visitante tiene atractivos para disfrutar dentro y fuera de las salas". En este caso, se refiere fundamentalmente a los capiteles entre los que se puede encontrar los historiados con el combate entre Rolán y Ferragut, realizados por Martinus de Logronio. Son un contrapunto a la obra más sensual de Maeztu que se ofrece en esa primera sala de la planta noble. Ahí están sus óleos dedicados a las mujeres, entre ellos Eva o La musa nocturna, que abren paso al resto de su obra.
En la siguiente sala, y siguiendo con esta distribución temática, se ofrecen otras pinturas, distribuidas en los siguientes temas: retratos, bodegones, la guerra y paisajes, con obras todas ellas representativas del estilo bien definido de quien fuera uno de los predilectos de la burguesía vasca de la época. Pero De Maeztu no era hombre que gustase de ese encasillamiento como pintor local y, después de gozar del éxito en España, se marchó a Londres, donde cultivó su faceta de gentleman. En la capital británica, su pintura se abrió a otros mundos (de entonces proceden sus recreaciones de personajes de la alta sociedad londinense y de chinos, el colmo del exotismo entonces).
Parece que, tras este viaje a Inglaterra, el creador vitoriano hubiera cerrado una época. A su regreso, se embarcará en nuevos proyectos, en su mayor parte relacionados con el mural. Su asentamiento en Estella llega entonces, cuando, el 17 de mayo de 1935, la Diputación Foral de Navarra le encargó la decoración del Salón de Sesiones. Los bocetos previos se pueden ver en la siguiente sala del museo, donde se muestran los de otras pinturas murales que ideó Maeztu desde su regreso de Londres en 1923 hasta 1935.
En total, tres son los proyectos que acometió. El primero, que no prosperó, consistía en la erección de un monumento en Madrid en honor de la reina regente María Cristina. El segundo, que tuvo mejor suerte, fueron los paneles que realizó para el edificio de Correos de Bilbao. Sin embargo, el que le acreditó el éxito en su empresa muralística fue el citado, encargado por la Diputacion navarra. Ahí, en una superficie de 20 x 1,85 metros, representó alegóricamente la historia de Navarra, desde la Montaña a la Ribera.
Como se ve, Gustavo de Maeztu era un hombre de una curiosidad intelectual y artística inimaginable. Porque a sus distintas vertientes artísticas hay que añadir la de su curiosa capacidad inventora: está reconocido como el descubridor de una técnica nueva para pintar fachadas a prueba de inclemencias meteorológicas, la llamada encáustica, de la que el museo alberga alguna muestra personal.
Y no se olvide que también es autor de una curiosa colección de autolitografías, como él las llamaba, aludiendo con este concepto a que no sólo era el creador de los dibujos, sino que continuaba el proceso de grabado hasta la creación de las planchas y su posterior entintado y producción de las copias. Excelente muestra final para comprobar las dotes creadoras de un alavés que acabó en Estella, localidad a la que, por diversas razones personales, acabó considerando como su patria natal.
LO QUE HAY QUE VER
El Museo Gustavo de Maeztu es, afortunadamente, algo más que la reserva memorial de la obra del pintor de la generación del 98. Se le podría considerar como el segundo centro de arte de la comunidad navarra, y no en vano. Sin ir más lejos, en estos días (hasta el próximo 4 de mayo) se pueden visitar dos exposiciones que, por sí solas (y cada una en su contexto), bien merecen un paseo hasta Estella.Indispensable es Mujer y arte, 1860-1950, un recorrido por retratos femeninos de los principales pintores de ese periodo, cuya calidad contrasta aún más cuando se exhibe en un museo que no cuenta con gran aparato propagandístico, pero que, sin embargo, es capaz de ofrecer en una misma sala excelentes retratos de Martí Alsina, Iturrino, Romero de Torres, María Blanchard, Benjamín Palencia, Sorolla, Regoyos,... Una nómina que apabulla al aficionado más exigente.
Y frente a esta selección de retratos (tan vinculados, por otra parte, con la propia obra de Gustavo de Maeztu), en el sótano se exhiben muestras de los últimos creadores. En esta ocasión, una instalación de Andrés Santamaría titulada Bonzo 2000 show tv que aprovecha con gran acierto el espacio expositivo: se crea de este modo un ambiente axfisiante y reflexivo para entrar en la propuesta crítica con la televisión de Santamaría.
Y la tónica va a continuar en la siguiente propuesta: una exposición de escultura del aragonés Armando Ruiz y una antológica de cómics del pintor navarro Pedro Osés, autor de la vida en viñetas de Gustavo de Maeztu, encargada por el propio museo.
DATOS PRÁCTICOS
Dirección: Palacio de los Reyes de Navara. C/ San Nicolás, 1. Estella. Teléfono: 948 546037.Horario: De martes a sábado: de 11.00 a 13.00 y de 17.00 a 19.00. Domingos y Festivos: de 11.00 a 13.30. Lunes, cerrado.
Entrada: Gratuita.
Fecha de inauguración: Junio de 1991, después de una cuidada restauración del citado palacio. El museo tiene su precedente en el antiguo estudio de Maeztu, en la calle Asteria, donde el artista había dispuesto sus obras con un criterio temático. Tras su muerte en 1953 se trasladan al Palacio de los Reyes de Navara, donde se colocan con la misma disposición hasta 1973, cuando, a causa del deterioro del edificio, se decide cerrar el museo para rehabilitar el inmueble.
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