Perplejidades
Soy asiduo lector de su diario desde hace años. Siempre he reconocido EL PAÍS como un diario muy bien elaborado en sus contenidos informativos.Sin embargo, todavía no he salido de mi perplejidad ante la noticia publicada el miércoles 29 de marzo, en la página 32 de su periódico, con el titular Unos jóvenes destrozan una muestra contra el sida tras la queja de profesores del Opus.
Aunque puede que no sea un experto en comunicación o redacción, pienso que ser licenciado en Periodismo y Publicidad y Relaciones Públicas me ha proporcionado cierto conocimiento en este ámbito. Una de las enseñanzas básicas que me proporcionaron en la facultad era que había que huir de titulares malintencionados o ambiguos. Lamento que ustedes hayan titulado de esa manera, buscando la confusión de tal manera que los lectores -que además una mayoría de ellos, como dicen muchas investigaciones, sólo leen los titulares, con lo que todavía aumenta la ambigüedad- interpreten que es el Opus Dei quien ha organizado, alentado o respaldado esa acción violenta.
El Opus Dei es una institución de la Iglesia católica y, como todas las instituciones de la Iglesia, se opone a cualquier actitud violenta. El mismo día 29 decidí leer las noticias publicadas en otros medios que se hacían eco del destrozo de la exposición sobre el sida en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid y ninguno mencionaba en sus artículos al Opus Dei. El periódico más leído en la provincia de Valladolid titulaba Cuatro jóvenes entran por la noche en Derecho y destrozan la exposición sobre el sida.
En todos los periódicos, tan sólo se mencionaba la existencia de una carta escrita por un catedrático de la Facultad de Derecho, y enviada al rector de la Universidad de Valladolid, en la que se mostraba muy disconforme con la exposición sobre el sida. Pensar que una carta de un profesor que, según su diario, es miembro del Opus Dei es la causa -porque eso significa la preposición tras; es decir, que la queja de profesores del Opus Dei es la causa del destrozo- parece, cuando menos, sorprendente. Es como pensar que un eventual ataque al corresponsal que escribió la noticia o a la Redacción de su periódico después de la publicación de esta carta estaría motivada precisamente por la existencia de estas líneas. Ya se ve que no es bueno mezclar churras con merinas, como, a mi juicio, han hecho ustedes.- . .
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