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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Balance contradictorio

La junta de Accionistas de Telefónica se resolvió ayer con la aprobación del controvertido programa de stock options, que se ha extendido a todos los empleados de la compañía; la insistencia de su presidente, Juan Villalonga, en el principio de la "creación de valor para el accionista" como motor principal de su gestión, y una modificación estratégica importante, que es la retirada del acuerdo para que Villalonga sea vicepresidente del BBVA. Esta decisión modifica profundamente la naturaleza del acuerdo entre el banco y Telefónica y debe ser interpretada como una prueba de fuerza del Gobierno para debilitar el apoyo que Villalonga se había buscado.Una junta es, por definición, el momento adecuado para realizar el balance del ejercicio empresarial. La gestión de Villalonga durante 1999 no ofrece perfiles muy distintos de los detectados en años anteriores. La compañía ha acrecentado su capitalización bursátil y los accionistas han resultado beneficiados de ese aumento. El retraso de la colocación en el mercado del grupo Telefónica Media también es una decisión acertada.

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De la cuenta de resultados hay que indicar su excesiva dependencia de la telefonía móvil. En cuanto a la dirección estratégica, sólo puede ser considerada como errática. Junto a operaciones de consolidación empresarial, como la integración de las sociedades participadas en Brasil, Perú y Argentina, se han ejecutado otras abiertamente contradictorias, como es la separación de negocios para sacarlos a Bolsa y obtener así intensas revalorizaciones bursátiles.

Además, Telefónica sigue sin concretar quién o quiénes serán sus socios internacionales y nacionales. El enfriamiento de la alianza con el BBVA es un buen ejemplo de las limitaciones de una dirección empresarial de marcado carácter político y de los riesgos latentes que encierra este modelo para los accionistas.

De nuevo cabe reprochar a la primera compañía española el escaso tacto democrático que demuestra hacia sus pequeños accionistas y la poca transparencia que aplica a sus decisiones. El modelo de celebración de la junta debería ser modificado para años posteriores, y las informaciones relevantes, como la atribución de un sueldo a los consejeros, debería ser ampliamente difundida semanas antes.

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