_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

A tumba abierta

EDUARDO URIARTE ROMERO

El deslizamiento del PNV hacia el soberanismo y el consiguiente encuentro con el nacionalismo radical en Lizarra ha favorecido y permitido al PP la ocupación de la centralidad política de Euskadi. No sólo se constituye el PP en la fuerza-referencia de cohesión con España desde su victoria sobre el PSOE el 12 de marzo, sino que se asienta electoralmente de una manera muy importante en Vizcaya y Guipuzcoa, permitiendo aventurar resultados cara al futuro en semejanza a los que hoy se dan en Álava. Curiosamente, la reacción del PNV ante los últimos acontecimientos, aunque escenifique situaciones de ruptura con el nacionalismo radical de EH, no supone la rectificación sino la ratificación, en el Club Siglo XXI y Biarritz, de su discurso más radical. De un discurso que le ata a Lizarra y del que no se aparta a pesar de que ETA haya roto la tregua.

Este comportamiento confirma que la radicalidad del PNV no era tanto una maniobra para el acercamiento de EH a la política y el mantenimiento de la tregua, sino más bien un giro ideológico y político asumido internamente. Todo un cambio que rompe con su política del pasado, afincada sobre el Estatuto, que es de inspiración confederal por su propio interés e insistencia, así como es confederal la ley fundamental que lo desarrolla, la LTH. El giro soberanista es un cambio, en primer lugar, sobre su historia más reciente, porque el conferderalismo que defendió aun a costa de la escisión interna se convierte hoy en día en la contradición más importante con el soberanismo y la territorialidad. El primer obstáculo que debe salvar el PNV para desarrollar su nueva estrategia es el propio partido, aquel PNV que no soñaba ni por asomo con aventuras secesionistas.

El giro supone el fuera de juego automático del PSE. La historia de las izquierdas respecto al PNV siempre acaban igual, en el engaño y el abandono, como en el puerto de Santoñaa. Después de doce años de colaboración gubernamental, el PSE se ve despreciado por el acercamiento imaginario de su antiguo socio a EH, aquella experiencia queda desperdiciada y el espacio político ofrecido al PP. Eso no quiere decir que el PSE no hiciera lo que debió hacer, pero un partido con cien años de historia debía haber recordado el pacto del PNV con las derechas, también es Lizarra, en 1932, así como el de Santoña con los italianos, por lo que pudiera pasar.

El abandono de la centralidad por el PNV impide la posibilidad de Gobierno PNV-PSE. Es impensable la rehabilitación de aquella fórmula sin la rectificación de la estrategia política del PNV, máxime cuando fue el PSE quien que rompió el Gobierno al final de la legislatura pasada cuando empezó a observar gestos que indicaban los nuevos derroteros del PNV. Al PSE le toca ahora algo tan poco atractivo electoralmente como ofertar serenidad y racionalidad, ordenar sus bandazos, volatines y bucles internos, y esperar, porque la única fórmula que puede arrebatar la centralidad política al PP es la reproducción de la fórmula de Gobierno PNV-PSE, y el PNV será consciente de ello so pena de hacerse el harakiri.

Pero, de momento, el PNV está lanzado a tumba abierta. A pesar de todos sus esfuerzos por lavar la cara a comportamientos impresentables de la izquierda abertzale, de los esfuerzos por acompañarla incluso ofreciendo una imagen de falsa coincidencia -porque no coinciden en nada-, no ha ganado por ese lado más que reproches. Por el contrario, ha conseguido la imagen de ser el auténtico responsable de la situación, de la mala, inestable, e insegura situación.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Para colmo, la violencia callejera sube de tono, la crispación social se va extendiendo, y dentro de esta dinámica diseñaada, no estaría de más considerar que ETA pudiera haber planteado ya como un éxito propio que el PP llegara a la Lehendakaritza, porque así se "acentuarían la contradicciones", y porque así ella misma se convertiría en el auténtico y único referente nacionalista. En este sentido, el PP tiene un indeseable y perverso aliado para afianzar su éxito político en Euskadi.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_