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El riesgo del turismo como monocultivo

Un estudio sobre el Pirineo, elaborado conjuntamente por el Institut Català de la Mediterrània y el Centre d'Art i Natura de Farrera (Pallars Sobirà), alerta sobre el peligro que representa para el desarrollo futuro de las comarcas de alta montaña la tendencia actual a convertir el turismo en un monocultivo. Para sustituir ese modelo que dentro de 10 años puede estar caducado, el estudio propone diversas alternativas productivas basadas en criterios de sostenibilidad del territorio.La politicóloga Gemma Aubarell, coautora del estudio El desenvolupament de l'alta muntanya, és sostenible?, se muestra partidaria de diversificar la productividad para que los habitantes del Pirineo no dependan exclusivamente de las actividades relacionadas con el turismo y para no hipotecar las necesidades de las generaciones futuras. El estudio se ha realizado a partir de los resultados de una encuesta a 61 personas de las comarcas de la Alta Ribagorça, el Pallars Jussà y el Pallars Sobirà, un área especialmente sensible en materia medioambiental y que en los últimos 15 años ha experimentado considerables transformaciones sociales y económicas.

La elección de esta área geográfica como objeto del estudio no ha sido gratuita. Se trata de tres comarcas que aún no tienen definido un modelo de desarrollo claro, caracterizadas por un paisaje extraordinariamente diverso y una población de algo más de 22.000 habitantes irregularmente repartida en un territorio de 3.072 kilómetros cuadrados, lo que representa solamente el 0'36% de la población de Cataluña.

Aubarell destacó que todas las actividades que se desarrollan en estas comarcas dependen demasiado del turismo de masas y advirtió que ese modelo puede caducar a corto plazo. "Los monocultivos no pueden ser nunca un buen modelo. En este caso, las actividades complementarias al turismo siempre serían demasiado subsidiarias, de manera que si el turismo no fuera bien, repercutiría negativamente en las otras", señaló.

"Aquí", añadió Aubarell, "el paisaje es el reclamo y el territorio se convierte en un producto. Nosotros estamos vendiendo nuestro territorio, lo cual no es negativo ni positivo. De hecho, los autores del estudio y muchas de las personas encuestadas piensan que ha de ser así. Pero claro, el territorio y el paisaje como reclamo y como producto tienen una caducidad si no se tienen en cuenta otros aspectos. De aquí a 10 años pueden pasar dos cosas: que se haya agotado el territorio como producto y que no tengamos turistas para captar, lo cual podría derivar hacia un territorio decadente".

El estudio analiza los principales motores económicos de las tres comarcas -turismo, industria y ganadería- y se pregunta hasta qué punto la alta montaña puede crecer de forma sostenible en los próximos 25 años. El geógrafo Lluís Llobet considera que no hay un modelo concreto de crecimiento sostenible aplicable a estas comarcas, ya que depende de una serie de factores, como la diversidad, la acción de los agentes locales, la intervención de la población en las decisiones de futuro, las dinámicas innovadoras y las iniciativas particulares.

De las respuestas de las personas entrevistadas se deduce la necesidad de establecer estrategias de consenso que permitan la supervivencia de valores ligados con el paisaje. En muchos casos el uso que las actividades tradicionales -agricultura y ganadería- han hecho del paisaje no ha estado suficientemente valorado.

Por ese motivo reconocen unos impactos ambientales crecientes que se concretan en un coste paisajístico por la desaparición de dichas actividades, al tiempo que alertan sobre la importancia de los impactos ambientales ocasionados por los usos productivos, residenciales y recreativos.

"La necesidad de corregir el impacto del turismo será la clave de un modelo futuro no sólo sostenible, sino productivo en el sentido más amplio de la palabra. Potenciar la biodiversidad es también una finalidad", concluye el estudio, que considera las nuevas tecnologías y las energías renovables como variables tan estratégicas como lo es la del turismo ahora.

El estudio propone dibujar un nuevo escenario basado en una actividad sostenible que tenga la aprobación de la gente del propio territorio, algo que actualmente no se tiene en cuenta a la hora de planificar el desarrollo de las comarcas de alta montaña. "Cualquier modelo que no tenga en cuenta la sostenibilidad y la opinión de la gente es inaceptable por definición", afirmó Aubarell, quien apuesta por una diversidad productiva sustentada no sólo en el turismo, sino también en las industrias con entidad propia, en las nuevas tecnologías, las infraestructuras, las energías renovables y en las nuevas profesiones.

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