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Bélgica revive el 'caso Dutroux' al desaparecer dos niñas en Bruselas

Bélgica no quiere sufrir otro caso Dutroux. La desaparición de dos niñas de siete y nueve años el sábado por la noche movilizó a gendarmes y policías en el centro de Bruselas en lo que por unas horas pareció reavivar aquel drama del verano de 1996. Siguiendo la pista ofrecida por un testigo, que aseguró haberlas visto con un joven, las dos niñas fueron localizadas ayer por la mañana sanas y salvas y aparentemente libres de toda agresión. La rapidez policial ha evitado que este suceso derivara en una nueva crisis de confianza.

Patricia y Priscila pasaron la tarde del sábado jugando en un parque cercano a su casa, en el barrio de la Porte de Flandre, una zona de inmigración y bajo nivel de vida en el centro de Bruselas. Tras los juegos, las niñas no volvieron a casa. El recuerdo del caso Dutroux, el pederasta y presunto asesino acusado de la muerte de cuatro niñas y un compinche y del secuestro de otras dos niñas rescatadas con vida, paralizó por unas horas la ola de optimismo que vive Bélgica de la mano del Gobierno surgido de las urnas hace menos de un año.En esta ocasión, la denuncia de las desapariciones provocó un despliegue policial que no se había dado en tiempos pasados. Siguiendo la pista dada por un testigo, que afirmó haber visto a las dos niñas en compañía de un joven, gendarmes y policías pasaron la noche del sábado y las primeras horas del domingo registrando el barrio y sus aledaños.

Finalmente, a las 10.25 de la mañana del domingo, Patricia y Priscila fueron localizadas. Estaban en el piso de un joven en el barrio de Molenbeek, no lejos de Porte de Flandre. No sólo estaban sanas y salvas, sino que parecían muy tranquilas y no había indicios de que hubieran sufrido violencia física o tocamientos sexuales, señalan las primeras versiones de los investigadores. Las dos niñas regresaron a sus domicilios a primera hora de la tarde.

En un apartamento

Según todos los indicios, Patricia y Priscila acompañaron al joven hasta su casa para ir a alimentar a sus perros y al final pasaron la noche en su casa. "En el apartamento se encontraban las dos niñas en compañía de un joven adulto", declaró ayer Nadia Nevrood, juez suplente del Juzgado de la Juventud. "Voy a esperar a los resultados del informe que me ha de presentar la policía de Bruselas y a las declaraciones tanto de las dos niñas, por una parte, como del joven, por la otra. Sobre la base de estos elementos, decidiré proseguir o no la instrucción del asunto", añadió. Las dos niñas declararon ante la juez a mediodía, asistidas por psicólogos.

La juez debe decidir si acusa de secuestro de menores a este joven, aunque las niñas, que al parecer le conocían, le siguieron sin violencia atraídas por los perros. "La investigación pondrá de relieve qué ocurrió exactamente anoche en el piso", añadió la juez.

La aparatosa y rápida movilización de la gendarmería y la policía fue ayer elogiada tanto por los habitantes del barrio de la Porte de Flandre como por los medios de comunicación. La reacción de las autoridades ha sido interpretada como un indicio de que "las lecciones del pasado están empezando a dar sus frutos".

Bélgica entró en una crisis de confianza en sus instituciones al estallar el caso Dutroux en el verano de 1996. No sólo por el dramatismo y la crueldad de la muerte por inanición de dos de las niñas secuestradas después de haber sufrido violaciones y torturas, sino porque aquel caso puso al descubierto el mal funcionamiento del Estado belga a todos los niveles. La policía, la judicatura, la clase política, todos acabaron salpicados por sus propias faltas. Nada mejor para Bélgica que haber abortado ayer con rapidez lo que podría haberse convertido en un nuevo drama nacional.

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