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La crisis de los socialistas cántabros sitúa a Jaime Blanco en el final de su mandato

La crisis de los socialistas en Cantabria se acentúa tras los últimos acontecimientos, esto es, la reunión el pasado viernes del comité regional y la suspensión al día siguiente, en medio de enorme escándalo, de la asamblea local de Laredo, en el curso de la cual dos bandos, oficialistas y regeneracionistas, se enfrentaron con amagos de agresión, empellones e intercambio de insultos en la sede y en la vía pública. El secretario general, Jaime Blanco, y la diputada electa en Cortes Dolores Gorostiaga se vieron envueltos en la escaramuza dialéctica y a ambos dirigió la facción oponente sus frases más humillantes e injuriosas. Gorostiaga ha solicitado el perdón de la ciudadanía "por un espectáculo que creía erradicado en una sociedad democrática pero que por lo visto está vigente entre militantes de nuestro propio partido". La asamblea de Laredo, suspendida por el altercado, iba a tratar sobre la composición del nuevo comité local. Los asistentes hallaron a su llegada bloqueada la cerradura con silicona.

La víspera, en su reunión del viernes, el comité regional hizo saber al secretario general, Jaime Blanco, que su etapa política está agotada y que deberá facilitar que del próximo congreso, a principios de otoño, salga su sucesor. Ninguno de los 15 intervinientes en el debate defendió la continuidad del líder que lleva 24 años al frente de los socialistas cántabros y ha sido diputado en Cortes y senador en sucesivas legislaturas, así como presidente del Gobierno de gestión de Cantabria en un periodo de siete meses, entre 1990 y 1991.

El jueves, sin conocimiento de la dirección, 15 de los 18 alcaldes socialistas de la región habían participado en una reunión secreta en la que perfilaron la estrategia a seguir en el comité regional. Blanco no reprochó a los reunidos su asamblea, pero sí puso de relieve que tales prácticas en nada benefician a la unidad del partido.

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