"El único que se va por tope de mandatos soy yo"
Los tres mandatos estatutarios de Antonio Gutiérrez como secretario general de CCOO acaban en apenas diez días. A medio plazo, tiene los ojos puestos en la política, con la confianza de que la izquierda resuelva su crisis, y el PSOE e IU retomen su proyecto de unidad.
Si es así, está dispuesto a colaborar, "de momento como independiente, pero comprometido hasta las cachas"
Antonio Gutiérrez será a partir del próximo 15 de abril un parado sin subsidio de desempleo, un derecho vedado a los exsindicalistas. Ese día entregará el relevo en la secretaría general de CCOO a José María Fidalgo, seguirá con la licenciatura de Económicas y buscará trabajo. De momento, tiene una oferta como columnista de prensa y otra para colaborar en una fundación cultural impulsada por amigos vinculados al mundo de la Universidad. Pero cree que ése es "un proyecto romántico, que no da de comer". De su etapa como líder de CCOO, reconoce errores, como no haber evitado algunos conflictos con los Gobiernos socialistas, reflexión que espera también de Felipe González, y no lograr un mayor aumento de la afiliación.Pregunta. Tras 12 años al frente de Comisiones Obreras, ¿le ha quedado algún reto pendiente?
Respuesta. Sí, claro. En lugar de hacer un balance de estos 12 años, quiero aportar ideas. CCOO se ha consolidado como el primer sindicato y ha renovado su política sindical, pero yo no he sido capaz de dar la misma velocidad a la renovación organizativa.
P. ¿Qué debe hacer su sucesor, José María Fidalgo?
R. Comisiones es una gran confederación, pero necesita una mayor racionalización de sus estructuras territoriales y productivas. Hemos multiplicado por algo más de dos la afiliación, aunque seguimos estando lejos de la alta representatividad que tiene el sindicato en las empresas.
P. Sus dos primeros mandatos, entre 1988 y 1996, estuvieron marcados por cuatro huelgas generales y una estrategia de confrontación con los Gobiernos de Felipe González. ¿Fueron inevitables?
R. Fueron inevitables y, sin embargo, miro para atrás, y confío en que Felipe González también lo haga, y detecto que pudimos haber evitado alguna de esas huelgas generales. No fueron conflictos motivados por ninguna animadversión ni intencionalidad política, sino por una actitud del Gobierno que exasperó los ánimos del movimiento sindical cuando, con mayor o menor acierto en nuestras propuestas, quisimos negociar.
P. Los cuatro últimos años, con el Gobierno de Aznar, arrojan en cambio un balance de una decena de pactos sociales importantes. ¿Supone una rectificación en la estrategia de CCOO?
R. Por primera vez desde los Pactos de La Moncloa de la transición, las negociaciones se hacen a iniciativa del movimiento sindical, y siguiendo una estrategia marcada por nosotros en lugar de esperar a ser convocados por el Gobierno o por la patronal. Al infravalorar esto, se supervalora injustamente el papel del Gobierno del PP. Si de él hubiera dependido, se hubieran reproducido los viejos modelos y los conflictos y desacuerdos de antaño. Al PP le cabe el mérito de haber rectificado a tiempo en su pretensión inicial de hacer un pacto social de legislatura y limitarse a respetar lo que íbamos acordando entre la patronal y los sindicatos. En lo que era competencia directa del Gobierno, como el acuerdo de pensiones, hay que reconocerle que mantuvo su vínculo con el Pacto de Toledo, gestado por un Gobierno socialista, y que lo cerrará con los sindicatos a pesar del descuelgue de la patronal.
P. Su marcha de la secretaría general de CCOO se produce por haber agotado tres mandatos, un cambio estatutario que usted impulsó al tomar el relevo de Marcelino Camacho. ¿Se arrepiente de haber puesto ese tope?
R. En absoluto, me siento orgulloso de haberlo puesto y, al ver cómo se perfila la nueva dirección, me siento complacido.
P. Ese tope de mandatos sólo se ha aplicado en su caso, no para los dirigentes de las federaciones de rama y uniones territoriales.
R. Es verdad, el único que se va soy yo.
P. ¿Esa norma se debe mantener?
R. No soy el más indicado para opinar. Han decidido mantenerla para el futuro con un poco más de flexibilidad.
P. Se marcha cuando se abre un diálogo para el que la patronal CEOE y el Gobierno hablan de abaratamiento del despido. ¿Cree que lo van a conseguir con el consenso de los sindicatos?
R. El Gobierno ha desmentido que esa propuesta sea suya y dice que va a respetar lo que autónomamente decidamos empresarios y sindicatos. En la patronal, encuentro la posición de [José María] Cuevas algo más prudente que en otros sectores empresariales. Él sabe que el acuerdo de 1997 está vigente hasta dentro de un año.
P. ¿Le preocupa la mayoría absoluta que ha obtenido el PP en las elecciones generales del 12 de marzo y el impacto que puede tener en sus relaciones con los sindicatos?
R. No me preocupa, pero si el PP cree que su mayoría absoluta ha de ser una vuelta a la imposición de reformas, estará reavivando mayorías con prepotencia. Eso será una fuente de desacuerdos y, por tanto, de conflictos. El 12 de marzo no sólo no ha sido derrotada la estrategia de CCOO y UGT, sino que acaso tenemos más razones para revalidarla.
P. ¿Qué análisis hace del retroceso de la izquierda en las elecciones generales?
R. A la hora de votar, la gente percibe los errores de unos y acrecienta los aciertos de otros. Mientras más tiempo esté la izquierda sin analizar sus fallos, más tardará en recuperarse. La derrota dulce fue una buena explicación para Felipe González y una adormidera para el PSOE. Cometerán otro error si analizan los resultados del 12 de marzo como una sorpresa y esperan a que surja otra sorpresa a su favor.
P. ¿Prevé que la crisis dure muchos años?
R. Depende de la audacia que pongan en buscar una salida. La izquierda tiene que reconocer que el 12 de marzo es la expresión de que mucha gente identificada ideológicamente con la izquierda se abstuvo de votar. España no se acostó ese día de centro-derecha ni se han terminado las ideologías, lo que la gente demanda es una renovación de las ideas de la izquierda.
P. ¿Es posible la unidad de la izquierda?
R. Sigo creyendo que la formulación de la causa común de Joaquín Almunia es brillante. Una convergencia de las izquierdas de este país es muy necesaria y sería un análisis equivocado culpar de la derrota al pacto entre el PSOE e Izquierda Unida. Aunque sí ha sido una solución escasa y tardía, incapaz de movilizar a quienes pensaban abstenerse.
P. ¿El PSOE e IU deben retomar ese proyecto?
R. Sí. Ese pacto es una solución en la que hay que profundizar y para que arraigue con más tiempo.
P. ¿Ahí tiene usted cabida?
R. Si se avanzase por ese camino, podrán contar conmigo como uno más, no me estoy postulando para ningún puesto.
P. ¿Lo haría como independiente?
R. Por el momento estoy dispuesto a trabajar por la unidad de la izquierda como independiente, pero comprometido hasta las cachas.
P. ¿Una posibilidad es que formen una coalición?
R. Puede ser así, partiendo del armazón solvente de un partido como el PSOE, con IU y contando con personas de talante abierto y progresista.
P. ¿No se plantea participar directamente en ese análisis y trabajar desde dentro?
R. No me veo en Izquierda Unida ni en el PSOE. Soy una persona ansiosa de que la izquierda se amplíe y se renueve cuanto antes para contribuir con ella activamente. Pero, hoy por hoy, no encuentro motivaciones suficientes para incorporarme a un partido político.
P. ¿En qué ha fallado la izquierda?
R. La izquierda no ha sido capaz de renovarse a tiempo; en el caso del PSOE, han querido vivir de las rentas, y en el de IU han puesto más voluntad que acierto en hacer creíbles sus ideas. Han arremetido contra las privatizaciones, olvidando las de periodos anteriores.
P. ¿No es también un problema de personas y que no sirven los mismos protagonistas de etapas anteriores?
R. Ahí no entro. No me voy a meter en el debate interno de organizaciones en las que no milito, y sería poco honesto por mi parte decir a otros qué personas deben hacer la renovación. En cuanto a las ideas, sí quiero aportar una reflexión: es la ausencia en la izquierda de una idea clara acerca de España, y no puede dejar por más tiempo que España sea una reivindicación exclusiva de la derecha ni debe permitir la vuelta al nacionalismo españolista.
P. ¿Reivindicar la idea de España no es de derechas?
R. La idea de España no debe ser sólo una reivindicación de la derecha, siempre que se evite la tentación españolista. Si tenemos que transferir soberanía a instancias europeas, no podemos estar en un camino sin fin de debilitamiento del Estado de forma permanente.
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