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FÚTBOL 31ª jornada de Liga

Golpe de mano del Athletic

El equipo bilbaíno deja al Atlético en posición crítica en un partido disputado bajo la tormenta

Santiago Segurola

El Athletic acabó con su pésima historia en el Manzanares en un momento crucial del campeonato. Venció al Atlético en un partido titánico por las condiciones que lo presidieron. A la angustia de los dos equipos se añadió la tormenta del año. Sobre un campo que exigía un esfuerzo terrible, sólo cabía un fútbol sencillo y de choque. El Athletic entendió mejor las necesidades del juego, sobre todo en el segundo tiempo, cuando lo más ortodoxo era buscar a los extremos en desplazamientos largos que se convirtieron en una ruleta. Podían salir escupidos o no, pero siempre representaban un peligro para los defensas. Es lo que hizo el Athletic de forma contumaz: por un lado Joseba Etxeberria, por otro Edu Alonso, cuyo ingreso en el partido resultó decisivo en la victoria del Athletic. Los defensas del Atlético fracasaron en el arte de jugar en una piscina. Aterrorizada en cada pelotazo de los centrocampistas del Athletic, la defensa local vivió una pesadilla que se consumó en el segundo gol: el pase largo, la internada de Edu Alonso a la espalda de Toni y el centro al primer palo que aprovechó Julen Guerrero, que añadió un tanto trascendental a su larga hoja de servicios en el Athletic.El resultado abre los peores presagios para el Atlético, que se encontró fuera de su elemento. Evidentemente el estado del campo favoreció al Athletic, que se defendió sin demasiados apuros. El único que cobró protagonismo en el partido fue Aguilera, que jugó un partido memorable, como si le fuera la vida en ello. De hecho le iba la vida a Aguilera y a todo el equipo. No le faltó interés al Atlético. Se batió con intensidad, pero nunca le encontró las vueltas al partido.

ATLÉTICO 1ATHLETIC 2

Atlético: Molina; Aguilera, Gamarra, Santi, Toni; Njegus (Hugo Leal, m.79), Bejbl, Valerón, Lardín (Paunovic, m.64); Kiko y Hasselbaink.Athletic: La Fuente; Felipe, Carlos García, Ríos, Lacruz, Larrainzar; Alkiza, Urrutia, Yeste (Guerrero, m.64); Asensio (Edu Alonso, m.56) y Etxeberria (Imaz, m.85). Goles: 0-1. M. 30. Etxeberria, de volea dentro del área. 1-1. M. 37. Hasselbaink, tras una serie de rechaces. 1-2. M. 80. Guerrero, a pase de Edu Alonso. Árbitro: Ansuategui Roca. Mostró cartulinas amarillas a Santi, Aguilera, Urrutia, Roberto Ríos y Alkiza. Unos 40.000 espectadores en el Vicente Calderón. Cien escolares del colegio San Bernardo presenciaron el partido en el palco invitados por el Atlético. Terreno de juego en muy malas condiciones por culpa de la lluvia y el granizo. Una tromba en la segunda mitad obligó a parar el encuentro durante 13 minutos.

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Para el Athletic, la importancia del duelo también era capital. En su supersónica caída en la clasificación comenzaban a apreciarse los signos de los equipos incapaces de detener la hemorragia. La alineación de Luis Fernández invitó a pensar en un ataque de nervios del entrenador. No convocó a Urzaiz, hizo debutar a Asensio y alineó como titular a Yeste, un jugador de mucha clase pero un carácter extremadamente frío. No parecía el jugador más adecuado para un partido de altísimo voltaje. Sin embargo, el Athletic no dio síntomas de pánico. Cierto que no se metió en goyerías, pero se mostró más firme de lo esperado. Algunos de sus mayores problemas se derivaron de las tarjetas. Urrutia fue amonestado muy pronto y estuvo precavido en cada una de sus entradas a los rivales. Por esa razón permitió la incursión de Aguilera en el gol del empate, conseguido por Hasselbaink, tieso durante las últimas jornadas.

El gol vino a igualar el tanto del Athletic. Etxeberria voleó con potencia un centro desde la izquierda y dio un aviso de lo que sucedería después. No se veía mucho fútbol, pero a la gente le importaba poco. La fiel hinchada del Atlético desafió a los elementos y acudió en buen número al estadio. Se trataba de ayudar al equipo en una situación extremadamente comprometida. No hubo un reproche al equipo, ni al entrenador, ni al juego, deficiente por ansioso y por impreciso.

Como jugar bien se hacía imposible, todo derivó hacia el choque y la posibilidad abierta de errores. No hubo, sin embargo, mucha actividad en las áreas. El portero Lafuente, titular después de las mediocres actuaciones de Imanol Etxeberria, apenas intervino. Molina tampoco, aunque siempre tuvo la mosca en la oreja. Cuando entraron Edu Alonso y Julen Guerrero, el Athletic encontró el método para controlar el partido sin aparentarlo. Se refugió en su campo, recuperó el balón con frecuencia y abrió el juego a los costados, donde Alonso y Etxeberria metían en problemas a la línea defensiva del Atlético. La terca búsqueda de los extremos terminó por triunfar, lo mismo que el viejo instinto de Guerrero para aparecer desde atrás y llevarse el golito.

Todo eso sucedió en los momentos de mayor estruendo. Se desató una tormenta colosal que obligó a detener el partido durante 15 minutos. Cuando regesaron los dos equipos, uno -el Athletic- sabía muy bien lo que hacer. El otro, no. Se quedó paralizado. Se le atravesó el estado del terreno, la eficiencia del rival en semejantes condiciones y la perspectiva de lo que se le avecinaba: una derrota que le sitúa en una situación crítica.

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