Carlos Medeiros, el fantasma de la Amazonia. Especuladores ocultos tras ese nombre compraron 120.000 kilómetros cuadrados de selva
Existe un sujeto llamado Carlos Medeiros, a cuyo nombre están registrados 120.000 kilómetros cuadrados de tierras desparramadas en el Estado de Pará (el mayor de Brasil). Ello supone el 1,5% del territorio nacional. Para comprender su enormidad baste decir que equivale a Portugal y Bélgica juntos. Es verdad que esas tierras están en el fin del mundo, en medio de la selva amazónica, pero el conjunto de las áreas de Medeiros es tan gigantesco -y es fácil suponer que existen en ellas riquezas minerales- que el caso gana un especial relieve.Pues bien, lo más increíble en esta historia no es el tamaño de las tierras de ese señor. Lo más increíble es que él, Carlos Medeiros, no existe. Es un fantasma creado por los que el Ministerio Público Federal, el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) o el Instituto de Tierras de Pará (Iterpa) y la Policía Civil consideran el mayor grupo de especuladores ilegales de tierras del país.
El primer intento para desenmascarar dicho grupo fue realizado por el procurador de Pará, Carlos Lamarão. Hace ya unos años, cuando trabajaba como director del departamento jurídico de Iterpa, Lamarão recibió una denuncia que involucraba a un cierto Medeiros, quien, al parecer, se estaba adueñando de tierras estatales. Pasó semanas en un mar de escrituras. Descubrió un número absurdo de tierras a nombre de Medeiros e inició dos frentes de investigación.
El primer frente consistió en buscar el origen de las propiedades. Descubrió que pertenecían al Gobierno y que nunca habían sido vendidas. Para el segundo contó con la ayuda de las policías civil y federal. Lamarão quería saber quién se estaba apoderando de aquellas tierras públicas. Con base en los documentos de Medeiros que aparecían en las escrituras descubrió que se trataba de un nombre ficticio. Las escrituras pertenecían a personas fallecidas o a personas que no tenían dónde caerse muertas.
La gran impostura
Lamarão descubrió que esta mafia actuaba con la ayuda de una red de abogados que se presentaban como procuradores de Medeiros. Hasta donde ha sido posible investigar, son ellos los padres de Medeiros. Uno de esos procuradores se llama Flavio Augusto Titan Veigas. A sus 72 años se presenta en Balem como corredor de inmuebles.
Titan Veigas tiene un mandato de Carlos Medeiros ante notario desde 1981. Según datos policiales, Titan sufrió cuatro procesos por estelionato. Llegó a ser detenido en 1995 acusado de formar parte de la mafia, pero tres semanas más tarde fue puesto en libertad por falta de pruebas. Tras cuatro años de investigación, Lamarão llegó a la conclusión de que éste podría ser el jefe de la mafia. "Él estaba presente cuando todo comenzó y ha permanecido involucrado en la historia hasta hoy", dice el procurador. Localizado por la revista Veja para explicar su conexión con Carlos Medeiros, Titan Veigas lo negó todo.
El Iterpa considera que existen más de 1.300 títulos de tierras clandestinas a nombre del fantasma. Son propiedades desparramadas en 89 municipios del Pará. Y en esas tierras nada se planta, se cría o se construye. Las tierras se revenden. La clientela se divide en dos grandes grupos. El primero está formado por gente que compra esas propiedades de buena fe. Se calcula que unas 4.000 personas han adquirido ya propiedades falsas de Medeiros. Muchos se llevaron una sorpresa cuando fueron a actualizar dichas propiedades en el Iterpa. Descubrieron que aquellas tierras eran del Estado. Fue en ese momento cuando empezaron a aparecer las primeras denuncias sobre el esquema del fantasma.
La otra clientela de la mafia es más oscura. Las investigaciones de las diversas policías indican una gran proximidad entre el esquema del fantasma y los viejos bandidos de la región amazónica: las madereras. Ellas son piezas claves en ese engranaje. Los dueños de las madereras compran a dos reales las tierras de Medeiros para talar los árboles y comercializar la madera. Comprar a Medeiros una hectárea es su gran negocio. De media, una hectárea en la zona cuesta 3.000 pesetas, pero la de Medeiros sólo 200 pesetas. Si se les acusa de haber adquirido tierras ilegalmente, éstas siempre pueden defenderse alegando que fueron engañadas.
El caso más reciente es la de un área de 140 kilómetros cuadrados en el municipio de Santarem. Comprados a Medeiros por la maderera Cemex, las tierras incluyen un área destinada por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) a 450 familias de campesinos sin tierra. El caso fue descubierto sólo cuando los tractores comenzaron a arrancar árboles de esa zona. Las familias les denunciaron y la Cemex tuvo que retirarse. El director-presidente de la empresa, José Baraneck, asegura que compró las tierras sin saber que estaban envueltas en un fraude. "Las compré", dice, "porque existía una escritura del registro diciendo que eran de ese Medeiros".
El espectro de Carlos Medeiros lleva asustando al Estado de Pará desde hace 25 años. Fue en 1975 cuando Titan Veigas se presentó por primera vez a la Justicia como procurador de Medeiros reivindicando la propiedad de 90.000 kilómetros cuadrados en Pará pertenecientes a dos coroneles portugueses. Dichos militares habrían recibido aquellas tierras a mediados del siglo XIX de la Corona portuguesa cuando Brasil era aún una colonia. En 1967 el inventario con las propiedades de los dos coroneles portugueses desapareció de los registros de Belem. Ocho años más tarde, Titan Veigas pidió la reconstitución del inventario reivindicando el expolio para Carlos Medeiros. En una decisión sorprendente, el juez Armando Braulio Paul da Silva concedió la propiedad a Medeiros. Hoy, a sus 67 años, el magistrado habla poco sobre el asunto: "Tengo la conciencia tranquila. Hice lo que creí correcto", dice.
Desde que se apropió del patrimonio de los portugueses, Medeiros siguió adueñándose de otras tierras. Esa segunda parte de su imperio fue adquirida con la compra de escrituras falsas en el interior de Pará. Totalmente exentos de fiscalización y sin ningún control externo, los registros de los municipios afincados en medio de la selva amazónica son como mesas de vendedores ambulantes. Quien paga, se lo lleva. De tan absurdas, algunas historias llegan a ser cómicas. Como la del único funcionario del registro de la propiedad de São Félix do Xingú que cada fin de mes daba 10 hectáreas al primero que le llevara dos docenas de botellas de cerveza. Y fue precisamente en ese registro donde, hace 25 años, Carlos Medeiros pasó una de las muchas procuraciones en nombre de Titan Veigas.
Impunidad y corrupción
Casos como éste sólo pueden pasar en Brasil, donde reinan la impunidad y la corrupción. ¿Cómo se explica si no que una mafia así no haya sido desbaratada hasta la fecha? ¿Cómo aceptar que un registro de la propiedad permita escrituras falsas sin que pase nada? Recientemente el Ministerio de la Policía Fundiaria y del Desarrollo Agrario preparó una radiografía de las propiedades falsas en todo el país publicada en O livro branco da Grilagem de Terras no Brasil. Allí están registrados los casos más famosos de asaltos a tierras públicas. El fantasmagórico Carlos Medeiros es quien figura más destacado. En segundo lugar aparece el empresario Cecilio do Rego Almeida, que aparece como propietario de 70.000 kilómetros cuadrados de tierras en Pará. "El caso de Carlos Medeiros es más complicado que el de Cecilio Almeida", observa el ministro de la Reforma Agraria, Raul Jungmann, "porque Cecilio es una persona real, que todos saben donde está y cuyas propiedades están en un mismo municipio, en Altamira", subraya el ministro y añade: "Carlos Medeiros posee mucha más tierra que Cecilio y sus tierras están diseminadas por todo el Estado de Pará".
El Ministerio de la Política Fundiaria, para frenar el avance de los desaprensivos que se apoderan de las tierras con documentos falsos, anuló miles de títulos de propiedad. Sólo en el Estado de Pará fueron anulados 422 y más de la mitad de ellos pertenecían a Carlos Medeiros, el fantasma de Amazonas. La pregunta que habría que hacer es: ¿seguirá siendo Medeiros un fantasma eterno o aparecerá alguien que acabe finalmente con la farsa?
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