Sombras de Kosovo
Un año después de que la OTAN se lanzara a una guerra que concluyó el 12 de junio, Slobodan Milosevic sigue en el poder en Belgrado, como Sadam Husein en Bagdad, reforzado más que debilitado, con una economía destrozada, pero unas Fuerzas Armadas bastante intactas. La OTAN puede haber ganado militarmente, pero Milosevic no ha perdido políticamente. Su objetivo a lo largo de la última década ha sido siempre el mismo: su propia supervivencia, aun a costa de destrozar la antigua Yugoslavia.Fue una guerra incompleta, pues a los medios limitados y a la prioridad occidental de reducir sus propias bajas a un mínimo han correspondido unos objetivos también limitados, que se ven ahora desbordados por la evolución de la situación. Cunde la impresión de que la OTAN, tras ganar la guerra, puede perder la paz por falta de coraje o de una visión política que se desvaneció y que ayer se intentó recuperar en el Consejo Europeo de Lisboa, y también por desidia a la hora de financiar la reconstrucción de la devastada provincia de Kosovo. Los soldados que integran la fuerza de paz desplegada en aquel territorio (Kfor), los efectivos policiales y la ayuda económica internacional han llegado en número insuficiente. El general español Juan Ortuño, que en unas semanas asumirá el mando de la Kfor, va a tener una tarea sumamente difícil. Y mientras se multiplican los representantes internacionales sobre el terreno en un barullo que ha tenido que denunciar el actual señor Pesc y hace un año secretario general de la OTAN, Javier Solana.
La zona se ha convertido en un gozne del narcotráfico en Europa. El Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), que se supone oficialmente desarmado, sigue exhibiendo sus pistolas y mantiene su objetivo de hacerse con el poder y lograr un Kosovo independiente, algo que puede ser inevitable -aunque de nuevo inestable, pues arrastrará otros acontecimientos-, pero que no se contempla en los acuerdos avalados por el Consejo de Seguridad de la ONU.
El hecho de que no se haya estabilizado ninguna estructura política ni se atisbe la más leve posibilidad de organizar unas elecciones libres es reflejo de lo conflictivo que se ha vuelto un territorio en el que a una limpieza étnica -la de los serbios contra los albanokosovares- ha seguido otra en sentido contrario. Y mientras se amontonan nubarrones en Mitrovica, en Montenegro y en general en unos Balcanes que viven en la inestabilidad. Queda mucho trabajo por hacer en lo que van a ser muchos años de presencia de fuerzas de la OTAN en Kosovo y en otros lugares de una zona que previsiblemente seguirá siendo origen de malas noticias.
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