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El Salto Cualitativo

Miquel Alberola

El Gran Salto Adelante de Mao Zedong consistió en inculcar a los campesinos que tenían que matar todos los pájaros que pudieran para evitar que se comieran una parte de la cosecha de arroz. Los campesinos se aplicaron a este reto y llenaron los remolques de pájaros muertos, en uno de los episodios más disparatados de la historia, cuyo efecto inmediato fue un desmesurado incremento de insectos que acabó echando a perder la cosecha, aunque lo impotante para la causa había sido la solemnidad alcanzada en la operación y la fe que había generado.Quizá por eso, este Gran Timonel del turismo que es Eduardo Zaplana sentenció ayer ante los escombros de la oposición que había llegado el momento de dar el Salto Cualitativo. Para ello reunió en el hemiciclo a todos sus apóstoles, a excepción de José Emilo Cervera (que ya estaba en el limbo) e hizo una reflexión política en voz alta. El desafío era formidable: se trataba de dar la sensación de magnanimidad, con todas sus vertientes de generosidad, humildad y campechanía, sin dejar de aplastar los ripios de la oposición. Primero estableció un antes y un después del 12-M, extrajo conclusiones de las urnas y exclamó: "Los tiempos modernos nos han traído soluciones modernas".

Más información
Zaplana ofrece consenso para reformar el Estatuto, para la Acadèmia de la Llengua y para el AVE. La oposición recuerda que todas las propuestas de Zaplana son cuestiones que no ha resuelto

Entonces aprovechó la solemnidad de su propio eco para decretar el estado de madurez colectiva y tendió su mano para resolver los grandes asuntos que hasta ahora han dormido sobre la mesa de su despacho: "Ha llegado el momento de dar el salto cualitativo". Y miró hacia las ruinas, mientras José Luis Olivas y José Joaquín Ripoll se tocaban la nariz y hacían otras coreografías específicas del banco azul. Sin embargo, el Gran Timonel se inquietó con los crujidos que salieron del interior de los escombros. No pudo reprimir el amago de sacar el rodillo y a punto estuvo de caérsele la cara de la caballerosidad.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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