Putin defiende la recuperación de la industria de la defensa

Vladímir Putin no para. El lunes se puso a los mandos de un avión de combate y voló a Chechenia para dar ánimos a los soldados que combaten allí desde hace siete meses en una guerra que le ha convertido en favorito indiscutible para alcanzar la presidencia el próximo domingo. Y ayer viajó a Nizhni Novgorod, la tercera ciudad de Rusia, a unos 400 kilómetros de Moscú, para defender el desarrollo de la economía y de las Fuerzas Armadas, sin el cual, dijo, el país estaría condenado a depender de otros. Es preciso, dijo, mantener una fuerte industria de defensa, invirtiendo la caída experimentada desde la desaparición de la URSS, hace ocho años. En opinión del jefe de Estado en funciones, para que se pueda recortar la distancia con Occidente, es preciso que se empiece a crecer a un ritmo del 10% anual, todavía un sueño cuando apenas si se remonta la crisis que estalló en agosto de 1998 con la devaluación del rublo y la suspensión del pago de la deuda del Estado.

Esta vez no fue un avión, sino un automóvil lo que pilotó Putin, uno de los últimos modelos de la fábrica GAZ. De ahí se fue a depositar una ofrenda en la tumba del soldado desconocido, donde una anciana se le echó a los pies para decirle que no tiene dónde vivir. Según la televisión independiente NTV, tras hacerle la obligada promesa electoral (probablemente la concesión de un apartamento), siguió su camino.

Por otra parte, el ultranacionalista Vladímir Zhirinovski ofreció ayer al comunista Guennadi Ziugánov y al liberal Grigori Yavlinski un frente común de oposición, con un solo candidato a enfrentar a Putin. Incluso dijo que, en la segunda vuelta, apoyaría a Ziugánov. Nadie le tomó en serio, después de tantos años de vender su apoyo al Kremlin y habida cuenta de que ése sería un pacto antinatura. Ayer cumplía el plazo para la retirada de candidaturas. Tras la retirada de una de ellas, quedan 11. Las encuestas dan a Putin tantos o más votos que a todos los otros 10 juntos.