Hacia una política económica común
Con una mayoría de Gobiernos socialdemócratas, el Consejo Europeo se reunirá el próximo jueves y viernes en Lisboa para debatir un viraje estratégico de marcado talante liberal. El presidente del Gobierno español, José María Aznar, avalado por la mayoría absoluta conseguida en las pasadas elecciones -le convierte en el referente de los partidos europeos de centro-derecha- ha sometido una propuesta de reformas económicas y sociales en la misma línea de las formuladas por el primer ministro británico, Tony Blair, portavoz de la tercera vía, que se parece cada vez más a un nuevo centro. Globalización, competitividad, innovación, sociedad del conocimiento y nueva economía son los conceptos que más se barajan en los documentos preparatorios de este consejo extraordinario, que se celebra en el ecuador del semetre de la presidencia portuguesa.El objetivo de la reunión es ambicioso: definir un programa de reformas económicas y sociales encaminado a liberalizar el mercado interior, una vez alcanzada la unión monetaria. Y pese a que el debate se hace en una coyuntura económica óptima -la mejor desde hace una generación en opinión de la Comisión Europea- parece existir un conseso generalizado entre los Quince en que el modelo de protección social europeo, el más avanzado del mundo, no es sostenible en sus términos actuales.
No sólo Aznar o Blair abogan por una reforma del sistema de bienestar y pensiones, sino un dirigente ex comunista como el primer ministro italiano Massimo D'Alema aboga por el mismo tipo de reformas. Los Quince parecen decididos a pactar una política económica común, a falta de alcanzar una política exterior y de seguridad común, la famosa PESC.
Prioridades
Las prioridades fundamentales auspiciadas por Bruselas son: "Atenerse a los objetivos del pacto de estabilidad y creciemiento, mantener la moderación salarial; mejorar la calidad y la continuidad de las finanzas públicas; aprovechar la oportunidad del crecimiento para reestructurar y reducir la presión fiscal global; reducir la presión fiscal sobre el trabajo y llevar a cabo las difíciles reformas nuestros sistemas de impuestos y prestaciones, incluida la crucial reforma de las pensiones".
A ello habría que añadir la eliminación de las "rigideces en el mercado laboral", es decir que las condiciones de trabajo y despido (sueldos, horarios, movilidad, eventualidad e indemnizaciones) se adapten flexiblemente a un mercado en continuo cambio. Todo un programa de Gobierno para los próximos años.
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