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La Coordinadora de Salas ofrece la fuerza de la unión

Hasta la baja la pasada semana de la sala Ático de Getafe, que por problemas económicos ha interrumpido su programación, nueve eran los teatros de la región integrados en la Coordinadora de Salas Alternativas madrileña. Esta organización, dependiente de la coordinadora nacional, donde están inscritos 18 teatros más de otras 10 comunidades autónomas, lleva 13 años trabajando para consolidar el movimiento de las salas alternativas. Los medios, además del apoyo a la creación contemporánea y a los nuevos creadores, o el impulso del teatro de base y a las actividades de divulgación, pasan por la creación de cauces de exhibición en todo el estado. De ellos e ocupa Intersalas, la red a través del cual las compañías pueden salir de sus autonomías para exhibir sus montajes en salas de otras regiones. La búsqueda de apoyo económico por parte de las administraciones públicas o de fundaciones dependientes de empresas privadas es también una función que se centraliza a través de esta organización, como informan fuentes de la misma. Para estar dentro de la coordinadora, las salas deben cumplir una serie de requisitos. El primero es tener menos de 200 butacas de aforo y solicitar el ingreso, avalado por dos salas que ya estén dentro de esta red. En esa solicitud los responsables de la sala candidata deben explicar el historial, la filosofía de sus producciones y su especialidad, así como el equipo técnico de que disponen y una descripción completa que incluya las medidas de la sala, de su escenario y camerinos. El teatro debe estar constituido como empresa y al corriente de todas sus obligaciones fiscales y pagos de la seguridad social. Tiene que acreditar al menos un año en funcionamiento con programación estable y regular, y comprometerse a ofrecer al menos 70 funciones cada año, de las que un 10% representen a autores españoles y la mitad sean compañías invitadas. Una vez aprobrado el ingreso en la asamblea de la coordinadora, la sala pagará una inscripción anual de 35.000 pesetas y una cuota mensual de 5.000.

Exigencia y libertad

Aunque los beneficios de estar en la coordinadora son obvios, no todos le ven ventajas. Es el caso del Teatro Estudio, que se ha dado de baja este año después de estar inscrito desde sus comienzos. "Con las exigencias de programación no podíamos tener un mínimo de calidad, no daba tiempo a que los espectáculos se rodasen", explica Marina Weiner, directora de este centro que desde la pasada semana ha renunciado a anunciarse como sala de exhibición. Weiner, que escribe, dirige y monta las obras de esta sala, asegura que "exhibir un espectáculo menos de un mes le impide crecer, aunque es menos rentable que cambiar cada semana". Por eso ha optado por "la libertad". "Estaba más preocupada por la gestión, por cumplir con el número de funciones y compañías invitadas que por desarrollar un trabajo creativo, que es para lo que empezamos en este teatro", concluye.

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