Políticamente correcto EMILIO ONTIVEROS
El Banco Central Europeo ha concluido la decisión que dejó inacabada el pasado 3 de febrero, cuando elevó en un cuarto de punto su tipo rector, horas después de que la Reserva Federal estadounidense hiciera lo propio. Era la primera vez que esa alteración de los tipos de interés se hacía en una cuantía tan reducida, transmitiendo la impresión de que, más allá de la confesada inquietud sobre el tipo de cambio del euro, no existían razones de peso adicionales para que ese movimiento adoptara un carácter más claramente preventivo redondeándolo hasta el medio punto que empezaba a ser habitual.Ahora las evidencias de tensiones inflacionistas en el área euro son mayores, aunque sólo sea por esa resistencia a la baja del precio del petróleo y su coexistencia con un tipo de cambio del euro frente al dólar que lo encarece aún más. Pero del escueto comunicado oficial no se deduce la verdadera naturaleza de las amenazas inflacionistas, su vigencia ni mucho menos que el tono que vaya a presidir la orientación futura de la política monetaria se aproxime a esa dosificación gradual de la Fed. Operadores y analistas no tienen hoy las ideas mucho más claras que hace un mes y aunque no faltarían razones para justificar la prudencia exhibida, éstas tienen que seguir amparándose en conjeturas en mayor medida que en la contundencia de la información transmitida.
Hace alguno días se ha hecho publica una encuesta de Goldman Sachs entre analistas y operadores financieros sobre el grado de transparencia y credibilidad de los principales bancos centrales, incluido el vaciado Bundesbank, de la que el BCE no es precisamente el que sale mejor parado. Sigue habiendo dificultades para interpretar cual de esos pilares en los que al menos formalmente se sustenta la definición de la política monetaria -la variación del agregado monetario M3, de significación cuestionable en el conjunto del área, y las tensiones en los precios al consumo- es el dominante. No menores que las que se derivan de las declaraciones de los miembros del consejo de gobierno de la institución, incluido su presidente.
A la oferta de conjeturas que los analistas ofreceremos en esta ocasión, además de las obvias, probablemente se incorporen las asociadas a dos reuniones próximas:la del Federal Open Market Committee, el órgano decisorio del banco central estadounidense, el día 21, de la que puede salir otro repunte en el tipo de los fondos federales, y la que el propio BCE celebrará el día 30 en Madrid. Será la primera que tenga lugar fuera de Fráncfort y algunos pensarán que no hubiera sido políticamente correcto elevar entonces los tipos de interés, o cuando menos se prestaría a interpretaciones poco favorables para el país anfitrión, a la sazón uno de los más inflacionistas del área.
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