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Aznar se da un baño en Valencia

Llegó puntual, probablemente avisado de que el público que cada día acude a presenciar la mascletà en la plaza del Ayuntamiento de Valencia suele celebrar con sonoras pitadas el más mínimo retraso en el comienzo del espectáculo pirotécnico, sea quien sea quien lo presida. Y el presidente no hubiera sido una excepción. Por eso, en lugar de pitos, José María Aznar, que ayer acudió con su esposa, Ana Botella, al balcón principal del Ayuntamiento, recibió una sonora ovación, que quedó ahogada poco después, cuando empezó el estruendo de la tremenda mascletà disparada por la pirotecnia Caballer.En el balcón, que, en contra de lo habitual, no estaba abarrotado, como consecuencia de las fuertes medidas de seguridad, los casi seis minutos que duró la mascletà debieron de resultarles interminables a los integrantes del amplio dispositivo de protección que rodea al presidente, que parecían algo desconcertados. En las horas previas, el personal del Ayuntamiento había sufrido lo suyo para hacer frente a las exigencias de los responsables de la seguridad.

"La mejor que he visto en mi vida", "fantástica". Así definió la mascletà un José María Aznar que ya tiene experiencia en estas lides pero que, en cambio, no quiso decir "ni pío" sobre sus planes de Gobierno. "Del Gobierno no me preguntéis, que no os voy a decir ni pío", dijo a los periodistas al acabar. Cuando subió al balcón para recibir un merecido aplauso, el pirotècnic levantó los brazos en señal de victoria y acto seguido cogió la mano de Aznar, quien, con el pelo trufado de restos de los artefactos pirotécnicos que el viento había empujado hacia el balcón, aprovechó para celebrar su éxito.

Un gesto, el de elegir Valencia como primer destino después de su abrumadora victoria en las urnas el pasado domingo, que los populares valencianos recibieron con regocijo. Y allí estaban rodeando al presidente y a su esposa, los integrantes del equipo municipal de la alcaldesa, Rita Barberá, los miembros del Consell que preside Eduardo Zaplana y la presidenta de las Cortes Valencianas, Marcela Miró.

Antes del espectáculo pirotécnico, el presidente había pasado por el salón de cristal, donde se celebraba la tradicional recepción fallera a los alcaldes valencianos. Y después, acudió al salón Pompeyano de la alcaldía, donde Barberá ofreció un aperitivo. Allí se juntaron, junto a los políticos y los representantes del mundo empresarial y de las finanzas valencianos más cercanos a la familia Aznar, personajes de la farándula como el humorista Arévalo, los televisivos Ximo Rovira y María Abradelo, el extorero Vicente Ruiz, El Soro, y su esposa y, cómo no, el ubicuo Antonio Chanquete Ferrandis, además del seleccionador nacional de fútbol, José Antonio Camacho, el delegado de la selección y expresidente del ValenciaCF Francisco Roig y el periodista Luis del Olmo. Después, los Aznar acudieron a un almuerzo privado celebrado en un restaurante de la Malva-rosa.

Antes de acudir a Valencia, Aznar se había dado otro baño de multitudes en Manises. Allí visitó las fallas Pensat i Fet y Centre, y recibió el Àmfora d'Or de la junta central fallera, una distinción que lo proclamó fallero ilustre de la ciudad. En Manises, donde gobierna el PP con mayoría absoluta, no faltaron aplausos y vítores para los inquilinos de La Moncloa. Tenían el público a su favor. De hecho, el alcalde, Enrique Crespo, repartió un comunicado invitando a toda la población a agasajar a tan ilustres visitantes. Y lo consiguió. Los maniseros se rindieron ante Aznar.

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