_
_
_
_
_
Reportaje:

Cosas difíciles de explicar

Hay cosas difíciles de explicar. En el hotel Espronceda debió causar extrañeza que un periodista trajera una reserva de cinco semanas, sin que hubiera sucedido ninguna catástrofe en Almendralejo. Al alcalde también le intrigó el asunto, cuando el periodista le informó de que algunos conciudadanos suyos saldrían cada domingo en EL PAÍS. "Y eso", inquirió, "¿nos costará algo?". El alcalde, Javier Fernández Perianes, médico de profesión y afiliado al PP, comentó luego que los políticos, lo mismo socialistas que populares, lo habían hecho muy mal en Almendralejo. Una de esas frases que, publicadas, molestan en el cuartel general del partido. Pero honran al político que las pronuncia.Perianes no debió entender muy bien qué buscaba el periodista en una ciudad más conocida por su club de fútbol, el Extremadura, que por otra cosa. Tampoco lo entendieron muy bien los ciudadanos a los que se aproximó el periódico, tras una preselección realizada por Demoscopia. "Disculpe, pero hay un error: yo no sé nada de política", dijo uno de ellos. "¿Opinar cada domingo? ¿Con mi nombre y mi foto? Uy, no, por favor", se escabulló otro.

Más información
Almendralejo no falla

No fue fácil reunir ocho personas más o menos representativas. Se había elegido Almendralejo porque sus resultados electorales coincidían de forma constante con los del conjunto de España. A los ciudadanos se les seleccionó por sexo, edad y tendencia política: hacían falta hombres y mujeres, mayores y jóvenes, de izquierdas y de derechas, y que además tuvieran el valor de perder algún tiempo con el periodista y de salir retratados en la prensa. La mayoría dijo "no, gracias". Los que aceptaron, aguantaron hasta el final.

Los diarios locales, Hoy y El Periódico de Extremadura, se hicieron eco del experimento. "Almendralejo es el New Hampshire español", afirmó el segundo en una amplia información, refiriéndose al estado de EEUU que en las primarias suele dar la victoria al futuro presidente del país. La emisora local de la Cope también quiso saber en qué consistía "ese experimento de EL PAÍS que nos intriga a todos" y pidió al periodista que se explicara ante el micrófono. Tras la emisión, los resquemores quedaron disipados: el portero de El Obrero Extremeño aseguró al periodista que tendría las puertas del local "siempre abiertas".

Las demás puertas se abrieron gracias a Mariano Fernández Daza, marqués de la Encomienda, que avaló al periodista ante las fuerzas vivas locales. A partir de ahí, el reportero conoció a mucha gente y fue invitado a bastantes desayunos contundentes. En el primero, a las 7,30 de la mañana, el reportero se pasó de listo. "¿Migas o caldillo?", le preguntaron. "Caldillo", respondió. "A estas horas, mejor algo ligero", añadió, ante la extrañeza de la concurrencia. Ya no olvidará que el caldillo es un suculento bloque de pan con manteca y una montaña de hígado por encima.

La plataforma por la construcción de un hospital comarcal, que convoca una manifestación para el próximo sábado con apoyos casi unánimes, explicó al periodista sus largos años de lucha. Y le convenció de que Almendralejo necesita ese hospital: no parece razonable que sigan naciendo niños en la carretera hacia Mérida.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El periodista guardará un enorme afecto por Almendralejo. Son cosas difíciles de explicar.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_