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La policía mexicana detiene al jefe financiero del cartel de Tijuana

Juan Jesús Aznárez

El mexicano Jesús Labra Avilés, presunto tesorero y cerebro financiero del cartel de Tijuana, fue detenido en la ciudad fronteriza con Estados Unidos durante el descanso de un partido de fútbol americano en el que jugaba su hijo Liborio, de 15 años. Definido por su abogado como "un comerciante modesto y sencillo", Labra Avilés, de 50 años, es para los juzgados un canalla multimillonario con cuya captura la mafia de los hermanos Arellano Félix pierde su pieza principal. Efectivos militares y de la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Contra la Salud (FEADS) vestidos de civil, y con armas largas, rodearon el campo de fútbol de la Escuela Lázaro Cárdenas, y un grupo avanzó hacia las gradas, y, sin disparar un tiro, detuvo al capo. Le acompañaron, también en calidad de detenidos, su sobrino Marco Antonio Labra, de 30 años, y otras dos personas. Casi a la misma hora, era asesinada en Ciudad Juárez, Perla del Castillo, esposa de Armando Corral, uno de los jefes del cartel domiciliado en el otro turbulento paso fronterizo.

La operación de Tijuana se desarrolló a las 11,45 de la mañana (hora local) del sábado. El hijo adolescente de Labra Avilés jugaba en el equipo Los Leones, de Tijuana, y su padre, escoltado siempre por un grupo de matones, había presenciado el primer tiempo. Tratando de no hacerse notar, una treintena de agentes, subió por el graderío hacia un palco con capacidad para medio centenar de espectadores. "¡Agáchense!", ordenaron al público segundos antes de las detenciones. Los gorilas cayeron primero: boca abajo y desarmados. El tesorero de un cartel poderoso y violento corrió hacia una de las salidas, pero ocho policías se le echaron encima. Don Chuy, sin la pistola que portaba, quedó tendido, con varias metralletas apuntándole a la cabeza, declarándose inocente. Su esposa, y Liborio, llorando, vieron como se lo llevaban esposado, y el árbitro del partido no salía de su asombro. Por la noche, desde las ventanillas de un coche blanco, varias gatilleros ametrallaban la fachada de la Procuraduría General (Fiscalía) de la República (PGR). El abogado del narcotraficante, Gustavo Gálvez, denunció que en la operación y posteriores interrogatorios participaron agentes de la DEA (Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos). Dueño de ranchos, hoteles, restaurantes, discotecas y de una cadena de farmacias, el detenido disfrutó de una vida social activa, documentada por las hemerotecas. A punto estuvo de caer en varias ocasiones. Hace dos años, la policía irrumpió en una boda donde se casaba uno de sus hijos pero el financiero escapó minutos antes. Labra, y Fabián Martinez, el tiburón, figuran, según la justicia de México y Estados Unidos, en el consejo de jefes de un cártel que introduce toneladas de cocaína en el mercado norteamericano y obedece a los hermanos Ramón, Benjamín y Francisco Javier Arellano Félix.

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