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Tribuna:LA HORMA DE MI SOMBRERO
Tribuna
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'Ovidi alive!' JOAN DE SAGARRA

El viernes, anteayer, se cumplieron cinco años de la muerte de Ovidi Montllor. Silencio en los papeles, al menos en los de la Gran Encisera; nada, ni una gacetilla. Es comprensible: estábamos en la recta final de una campaña electoral -una campaña hinchada por los periódicos, de uno u otro signo, en contraste con la indiferencia, la falta de entusiasmo de la mayoría de los barceloneses- y recordar a Ovidi podía resultar engorroso para la parroquia política, para esa "extraña raza de vencedores que salieron de debajo de las piedras, molestos con todos y con todo lo que les recordara tiempos de resistencia", como escribió Manuel Vázquez Montalbán en este periódico con motivo de la muerte de Ovidi Montllor, "el artista serenamente crítico", según le calificó Manolo.Yo tenía pensado escribir hoy sobre Ovidi, recordar a la persona y la obra de mi amigo -uno de mis amigos más entrañables y cuya ausencia más me duele-, y reclamar públicamente el compromiso al que llegaron el alcalde de Alcoi, Josep Sanús, y el anterior alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, de hacerse cargo de la edición de la obra discográfica integral de Ovidi, compromiso al que llegaron ambos alcaldes en el homenaje póstumo que se le rindió a Ovidi en la plaza de toros de Valencia el 25 de abril de 1996. ¿Para cuándo, alcalde Sanús, alcalde Clos -sucesor de Pasqual Maragall, al que no supongo reacio a desprenderse de un par de millones de pesetas, poco más, para contribuir a la edición, a la difusión de la obra de Ovidi-; para cuándo, queridos políticos socialistas, la integral discográfica de Ovidi Montllor que nos prometisteis hará cuatro años?

Tal era mi intención -de hecho llevaba dos semanas escribiendo con el corazón y un poquitín, lo necesario, con la mente esa anunciada horma reclamatoria sobre la obra de Ovidi-, cuando recibí una llamada de Valencia. Era un tal Poco Bodí, de Dahiz Produccions, que me pedía mi autorización para editar un disco con el recital de poemas de mi padre que Ovidi ofreció en el Teatre Lliure en mayo de 1994. Le dije que encantado. Le pedí algunos detalles sobre la edición, y Paco Bodí me dijo que iba a ser el disco número 13, el último, de la integral de Ovidi, y que iba a salir a finales de abril o principios de mayo. "¿La integral que prometieron Sanús y Maragall?", le pregunté. "Sí, la misma", me dijo; "mi productora está en ello". Y quedé con Bodí para almorzar en Valencia el lunes 6 de marzo para que me contase toda la operación.

El lunes 6 de marzo, en Valencia, en la plaza del Caudillo -no se por qué me resisto a llamarla del Ayuntamiento-, en la terraza del Rialto, mientras la pirotecnia Camp de Morvedre, de Sagunto, disparaba la primera mascletà perfumada (Varón Dandy) de la historia, Paco Bodí y un servidor nos tomábamos unas copas. Bodí es de Agres, a cuatro pasos de Alcoi, algo más joven que Ovidi. Se conocieron en Alcoi. Bodí, un chaval, admiraba a Ovidi y entre ambos se estableció una buena amistad. Eran, como decía Manolo, "años de resistencia", de resistencia antifranquista, y Bodí iba lanzado. A los 19 años, con el carnet del PCE, Bodí pasaba la frontera francesa, vete a saber con qué secretas misiones, y de regreso debía de contarle a Ovidi lo mismo que me contaba a mí entre un terremoto y un bombardeo de la perfumada mascletà: que al llegar a Francia se tomaba un calva y de vuelta a España se tomaba, en Figueres, un bocata de calamares. Esa curiosa asociación del calva con el bocata de calamares, en plena lucha antifranquista, como señas de identidad, cuando menos geográficas, a buen seguro que debió de hacerle gracia a Ovidi, como me la hizo a mí. Me cayó bien el tal Bodí. Luego me contó que había estudiado física teórica, que compaginaba el estudio de las partículas elementales con el cultivo de los naranjales y que era un adicto al dry martini. Menudo tipo, el tal Bodí. Y nos fuimos a tomar un arroz con verduras de la temporada, más que decente, en El Gastrónomo (avenida del Primado Reig, 149), lo cual, en Valencia, no es demasiado frecuente. Y Paco Bodí me puso al corriente de la tan deseada integral de Ovidi.

Van a ser 13 compactos, envueltos en una caja que ha diseñado el pintor Toni Miró, íntimo amigo de Ovidi, uno de sus albaceas testamentarios. La integral la componen todos los discos que se editaron en vida de Ovidi -tras acuerdo con las discográficas que los editaron o sus actuales propietarios: Discophon, Edigsa y Ariola-, discos que se reeditan con sus portadas originales, con todos los textos (catalán/castellano). Más dos inéditos: Homenatge a Apel.les Fenosa (con poemas de Carner, Riba y Salvador Espriu) y Ovidi diu Sagarra (el recital del Teatre Lliure antes mencionado). Más algunas canciones que Ovidi solía cantar muy a menudo, como Carnisseria y El meu poble, Alcoi, pero que jamás aparecieron en disco (la versión de El meu poble, Alcoi que se ofrecerá en el primer disco de la integral, proviene del disco Verí good, que Ovidi intentó sacar poco antes de su muerte y del que a la mayoría de las canciones les falta la voz).

Trece compactos (con el impresionante -volumen doble- Coran romput, el poema de Vicent Andrés Estellés-, que, según me dice Bodí, estarán en la calle a finales de abril o principios de mayo. Hay prevista una edición de 2.000 ejemplares, a unas 13.000 pesetas la cajita (a 1.000 por disco). Lo produce -financia- el Ayuntamiento de Alcoi con la colaboración del de Barcelona. Habrá fiesta de presentación en Alcoi -allí estaré-, luego en Barcelona y probablemente también en Madrid. Paco Bodí, el amigo del calva y del bocata de calamares, ha hecho las cosas estupendamente. Ovidi puede sentirse satisfecho. Y sus amigos de Barcelona también.

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