Ciutadans pel Canvi, ¿una nueva filosofía? PILAR RAHOLA
Creo entender, a tenor de algunas noticias, que la actitud de Ciutadans pel Canvi de pedir el voto para todo el espectro de la izquierda, y no sólo para el partido socialista, ha levantado ciertas ampollas en el susodicho partido. Es decir, que no ha acabado de gustar que quienes fueron y son el principal sustento de la política -y quizá la filosofía- de Maragall no hayan actuado con mentalidad de partido. Personalmente entiendo la urticaria de algunas baronías del PSC, puesto que los partidos, tan imprescindibles en democracia, son al mismo tiempo esclavos de sí mismos y en su interior hay tanta lucha por ganar el poder exterior como por mantener las parcelas de poder interior que cada cual ha conquistado. Por ello, un partido tiene intereses ideológicos tanto como sustenta intereses propios de partido, más allá de las ideologías, y a veces unos y otros no coinciden. Incluso hasta pueden contraponerse... Un militante del PSC, y especialmente un dirigente interior, por tanto, son antes militantes y dirigentes de un partido que de una idea, y de ahí su actitud a menudo dogmática respecto a todo aquello que no respire ortodoxia de federación o consejo nacional. Miedo a no controlar lo que no está controlado, prevención a no dominar lo que no ha pasado por un organismo rígido y dominable, alergia a todo aquello que es nuevo y por tanto puede solaparse a las viejas y persistentes estructuras interiores. Tantos años de militancia, deben comentar algunos buenos militantes, y ahora llegan cuatro profesores universitarios y toman decisiones por encima de nosotros: al fin y al cabo, no es otra cosa que ese frío intenso que uno siente en el cogote cuando cree que le mueven la silla.Que sea, por tanto, comprensible y que sean los partidos estructuras básicas del Estado de derecho (un militante de partido es, sin duda, un garante democrático) no quita que puedan representar, a veces, escollos en un proceso social y que su revisión -su reinvención- empiece a ser urgente. El caso de Ciutadans pel Canvi es altamente significativo. Si son lo que aparentan, es decir, si son ciudadanos progresistas unidos por la voluntad de cambiar el signo histórico de Cataluña, y con el objetivo de aunar todas las sensibilidades de la izquierda en esa voluntad común, han actuado impecablemente. Ellos son el motor para una acción conjunta en unas elecciones al Parlamento catalán, y su lucha, por tanto, va mucho más allá de una cuestión electoral concreta, cuestión para la cual ya están los partidos pertinentes. ¿Qué sentido tendría, me pregunto, que ahora hicieran campaña socialista los que nos quieren convencer de la necesidad de una unión de la izquierda? ¿Para qué necesita el PSC, cuya maquinaria electoral ya está actuando con precisión, quemar en una campaña propia a un movimiento social que aspira justamente a superar las dinámicas que los partidos entrañan? Si Ciutadans no fuera más que un apéndice ilustrado del partido, ni tendría sentido como movimiento social ni sería creíble como motor de cambio. Pero sobre todo fracasaría en su objetivo fundacional: crear el estado de opinión cómplice, social y político, para que el cambio sea posible. De la misma manera, por tanto, que podemos decir que Maragall es un líder socialista, pero es mucho más que un líder socialista y a veces es líder a pesar de ser socialista, también Ciutadans tiene que ser mucho másque una maquinaria electoral y sobre todo es otra cosa distinta a una mentalidad de partido. Tiene que ser, si quiere ser creíble y por ende eficaz, el complemento cívico de una idea básica que aúna muchas sensibilidades, y no el complemento estético de un partido que sólo suma la propia.
Y el generador de un cambio social real, no sólo vinculado a la superación histórica del pujolismo, sino a unas bases sociales distintas, bases que reescriban desde la memoria histórica (planchada por tanto pensamiento oficial que ha hecho creer que Cataluña era de pensamiento único) hasta conceptos fundamentales como la cultura, la lengua, la convivencia. ¿Cómo serán todos estos conceptos cuando dejen de ser usados y mercadeados por el pujolismo? Soy de los que piensan, en todo caso, que la Cataluña pos-Pujol no puede ser el intercambio mimético de un partido por otro o de un líder por otro, sino una auténtica reescritura de Cataluña y que ello sólo puede culminar si rompemos la dinámica de partidos y entramos en una dinámica de sensibilidades y civilidades. Partidos de la izquierda y país a la izquierda: esa es la suma que puede reinventar Cataluña. No la federación de Barcelona de un gran partido, o su consejo nacional, o su aristocracia baronil, sino la simbiosis entre esas estructuras estables de convicción electoral, y el mundo que actúa en la frontera de la política, en lo civil y lo social, es decir, en la política que se hace fuera de la política.
Mi voto por el no-voto de Ciutadans. Creo que es una apuesta inteligente para recordar que están, que tienen una vocación de pervivencia y que su objetivo va más allá de una coyuntura electoral. Han actuado, pues, con un instinto político que no he visto por ninguna parte en la nariz de sus críticos. Y es que a veces donde menos instinto político se puede intuir es justamente en el interior de un partido político...
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