Gore contra Bush
Ha sido, efectivamente, un supermartes que ha hecho honor al folclore que el firmamento electoral estadounidense deposita en el día que puede sentenciar la designación oficiosa de candidatos a la Casa Blanca. Esas candidaturas, que se formalizarán en las convenciones de los dos partidos y se sustanciarán el 7 de noviembre en las urnas, son las de Al Gore por el campo demócrata y George Bush por el republicano, a falta éste de apuntillar la próxima semana a su rival John McCain. Si el senador por Arizona no anuncia antes su retirada, como en la práctica ha hecho ya el demócrata Bill Bradley.Las elecciones del martes han sido auténticas primarias nacionales, no tanto por los 16 Estados que se pronunciaban cuanto por su relevancia: desde California a Nueva York u Ohio. Entre todos han designado alrededor de un tercio de los delegados que ratificarán en verano a los candidatos demócrata y republicano.
Una vez sentenciados los aspirantes, el vicepresidente Gore, un moderado, y el gobernador Bush, conservador e hijo del hombre al que Clinton derrotó en 1992, cabe resaltar el papel de McCain. Pese a su inequívoco tradicionalismo, el senador por Arizona merecería continuar en una pelea en la que ha defendido con convicción valores liberales y demostrado su atractivo para los votantes independientes y electores demócratas. Pero la carrera de obstáculos hacia el trono más poderoso de la Tierra es más cuestión de maquinaria que de principios, y la cruzada reformista de McCain entre los republicanos no puede competir con el tinglado de poder y dinero tejido en torno al gobernador de Tejas. El encanto se ha desvanecido para el héroe de Vietnam, a quien Bush ya ha tendido la mano para derrotar juntos a Gore.
Quedan dos meses de primarias y se promete después una contienda despiadada por la Casa Blanca. Los adivinos pronosticaban ayer casi unánimemente la victoria final de Gore, un caso de recuperación espectacular. Virtual cadáver político hace seis meses -llegó a estar 19 puntos por detrás de Bush-, el vicepresidente se ha puesto a la par con su rival republicano (46% para cada uno en el último sondeo), se ha desembarazado de la estela escandalosa de Clinton y comienza a transmitir firmeza y la idea de que puede mantener la herencia de bienestar que recibe del presidente. Bush tendrá que ganar urgentemente espacio al centro para convencer a los votantes.
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