Cañada Rosal presume de ser el pueblo más socialista de Andalucía "y de España"
La historia de Cañada Rosal es reciente. Fue una de esos pueblos que Carlos III creó en su programa de colonización. Nació en el siglo XVIII como aldea de La Luisiana, otra localidad de colonos que convirtieron en fértil y habitable tierras baldías.Cañada es el pueblo más socialista de todos los andaluces. El alcalde, José Losada, dice que de España entera. Asegura que allí se gobierna sin prepotencia y que la clave de que el voto socialista no cese es la participación de todo el pueblo. Ahora se están volcando en la formación, tienen nuevo instituto porque "los jóvenes se colocaban muy pronto" y el pueblo se estaba quedando sin chicos que acabaran sus estudios.
El paro se va erradicando en el pueblo ("sólo hay tres o cuatro familias que salgan a la fresa") a base de cooperativas. La más exitosa es Coenca, donde trabajan unos 200 socios. Hacen envases de madera para la fruta y las verduras, cuando en ese pueblo, "no hay ni madera, ni fruta".
Otra cooperativa envasadora da trabajo "en tiempos de campaña a unas 50 ó 60 personas, mujeres sobre todo". Con estos datos, el alcalde asegura que el paisaje del pueblo está pasando de agrícola a industrial. El buque insignia de la política municipal es el polígono donde están ubicadas estas empresas.
Por lo demás, los vecinos dicen que votan socialista (de 1.977 votos en las pasadas autonómicas, 1.585 fueron para el PSOE) porque el pueblo va mejor. "Aquí hay trabajo, no queremos cobrar paro, sino trabajar. Además tenemos escuela de adultos, hogar de pensionistas, casa de cultura, instituto, emisora de radio", cuenta una mujer.
Dice el alcalde que, aunque el ejemplo exacto no sea Fuenteovejuna, lo cierto es que el pueblo siempre ha estado unido, "con proyectos comunes e ideas compartidas".
Cañada y El Campillo eran aldeas de La Luisisana. Desde 1986 Cañada Rosal camina sola. Dos de las rosas del escudo aparecen separadas del tallo. La del centro crece erguida. "Esos somos nosotros", dice el alcalde con una sonrisa.
El voto es secreto, pero ¿cuáles son los secretos del voto? ¿Por qué un pueblo decide un día que vota por una opción determinada y no hay mitin ni promesa que lo baje del burro? Un misterio, cuando el color político del país ha ido cambiando del rojo al azul sin sobresaltos.
Para terminar esta lista de graneros políticos andaluces hay que viajar hasta Cabra, la cuna del escritor Juan Valera, en la provincia de Córdoba. Cabra tiene casi 21.000 habitantes y un regusto a medio camino entre pueblo y ciudad. Allí se está consolidando una clase media, más vinculada ya al sector servicios que a la agricultura, aunque todavía conserva un cinturón de huertas de pequeños propietarios.
Clase media
Los unos y los otros conforman esta clase media que, según dice el alcalde, se identifica con el sentimiento andalucista: es el segundo municipio con mayor porcentaje de voto PA, a cuatro décimas de Jerez. José Calvo Poyato rige los destinos de esta ciudad con mano andalucista desde hace tres mandatos. Aunque no es la primera fuerza política en las elecciones autonómicas, si es cierto que el Partido Andalucista se ha consolidado en Cabra a la luz del gobierno municipal. "Cuando este partido logra implantarse, el mensaje andalucista cala y la gente lo vota en todas las elecciones", dice Calvo Poyato. Y en Cabra el PA es fuerte, el segundo partido más votado, tiene un buen puñado de militantes "y una buena penetración social".
En el Círculo de la Amistad, donde juegan, leen y conversan un grupo de jubilados, el escritor Juan Valera renace en el paisaje andaluz y es fácil imaginarse a una de su protagonistas, Pepita Jiménez, entre los arcos del patio, entre las enredaderas y la fuente, entre las rejas y las macetas.
Valera, el más ilustre hijo de Cabra, no era andalucista, "decir eso sería una aberración histórica", pero el alcalde recuerda una frase del escritor que le viene al pelo nacionalista (no excluyente, eso sí): "La mejor manera de ser universal es defender lo que nos caracteriza como ciudadanos".
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