_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Lo global y lo provinciano JOSEP RAMONEDA

Josep Ramoneda

Dicen que el desinterés de un país por la política internacional es un síntoma inequívoco de provincianismo. Durante esta campaña electoral ha habido un acontecimiento internacional de singular importancia: Rusia ha dado por terminada la guerra de Chechenia. Es decir, ha culminado su carnicería. No he oído ni una sola mención a este acontecimiento. Ningún candidato ha considerado relevante que Rusia, heredera de la "otra" potencia de la guerra fría masacrara a un país entero y se cebara sobre la ciudad de Grozni dónde no queda piedra sobre piedra. Y, sin embargo, España es miembro de la Unión Europea y de la OTAN. A la OTAN compró Rusia su impunidad durante la guerra de Kosovo. La Unión Europea ni siquera ha levantado la voz ante las atrocidades cometidas en Chechenia. Era el precio a pagar por la discreción rusa durante el conflicto kosovar.Nada de esto interesa en la campaña electoral española. Los partidos están en plena subasta a ver quién ofrece más a los bolsillos de la ciudadanía. Aznar promete una propina en impuestos, Almunia veintiocho mil pesetas a los pensionistas. Y sigue la escalada. ¿Quién da más? La política sólo es dinero. La condición de ciudadano se ha reducido a su dimensión tributaria: ciudadano NIF. Lo demás es irrelevante. Cuanto más se acerca el final de campaña menos política y más promesas en metálico. En este terreno no hay que perder el tiempo: la derecha gana en cinismo. Lo lamentable es que la izquierda no sea capaz de ensanchar el campo de juego. Estamos en la sociedad global y, sin embargo, estas elecciones son de un insoportable tufo provinciano.

Nadie duda de que el bolsillo es la primera preocupación de muchos ciudadanos. Y que esperan propuestas de los partidos que mejoren sus posiciones en términos de renta y expectativas económicas. Pero la política no se acaba aquí. Y en la sociedad global lo que ocurre lejos puede tener repercusiones cerca. La Unión Europea ha apostado por Putin. Y lo ha hecho mientras éste construía su poder a sangre y fuego, sobre la destrucción de Chechenia. Se ha llegado a decir, desde Europa, que Rusia necesitaba recuperar su orgullo. Menuda idea del orgullo. Que Rusia no es Serbia ya lo sabemos. Y que las actuaciones militares por principios se hacen en función de las relaciones de fuerzas nadie lo duda. Pero una cosa es no intervenir militarmente y otra muy distinta dejar hacer sin la menor crítica, sin ninguna presión diplomática relevante. Rusia masacra y, en Occidente, silencio. Afortunadamente, como ha escrito André Glucksmann, algunos periodistas mucho más responsables que nuestros impasibles dirigentes políticos "ya rompieron la omertà". Gracias a ellos (sus fotos, sus imágenes y sus testimonios) sabemos la verdad que nuestros expertos, ministros y otras eminencias sacrifican vergonzosamente. La última pequeña verdad contada es la de una presunta francotiradora que fue descuartizada por soldados rusos. Como en el suplicio de Damian (que atentó contra Louis XV), sólo que con camiones en vez de caballos. Así de avanzados estamos. Y los dirigentes occidentales apostando por Putin. Después de Chechenia, cuando nuestros políticos hablen de derechos humanos les escucharemos de otra manera.

Y eso vale para todos. A la caza de votos la oposición no ha tenido tiempo para interpelar al Gobierno. Ganas de perder el tiempo, dirán algunos. Eso no da votos, dirán los cínicos de siempre. Caprichos de intelectuales, dirán otros. España, ¿qué pinta en todo esto?, dirán los más torpes. Si nuestro destino es Europa, ¿cómo no va a concernirnos la debilidad política, ideológica y moral de la UE en la que nuestro Gobierno tiene voto? Porque la cuestión Putin no es sólo la cuestión de los derechos humanos que con tanto ardor Occidente defiende en unos casos y con tanta facilidad olvida en otros, sino que plantea también interrogantes para nuestro propio futuro. Los ciudadanos europeos no podemos mirar a otra parte ante el peligro de que un Putin todopoderoso instale un régimen nacional-militar en Moscú. Pero esto, según parece, no toca en las elecciones. Silencio. Aznar tan sensible con el currículo de Haider -hasta que el Ejido le dejó mudo- no ha visto nada alarmante en Chechenia. Y, sin embargo, como miembro de la OTAN y de la UE, España debería tener un papel en el mundo. Ni a Aznar le interesa, ni, por lo que se ve, a la oposición.

Una oposición que no se da cuenta de que este caso es un buen ejemplo de la manera de gobernar que tiene el presidente, tan aficionado a esconderse cuando aparecen temas incómodos. La política internacional de Aznar consiste en esto: en seguir la corriente y procurar pasar desapercibido cuando aparece algún síntoma de riesgo. Lo hizo en Kosovo, lo hizo con Pinochet, lo ha hecho con Chechenia. La oposición no le interpela porque, por lo visto, está en la misma línea: silencio. Nos hablan de la sociedad global y, sin embargo, actúan como si las masacres lejanas nos fueran perfectamente ajenas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_