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Reportaje:

Otra cuna del castellano

Entre las provincias de Burgos y Álava, en el antiguo territorio de Autrigonia, está el Monasterio de Valpuesta, un centro de culto y estudio medieval donde fueron elaboradas varias colecciones de documentos denominadas cartularios que ahora se revelan como los más antiguos con vestigios de lengua romance, el antecedente del castellano. Son unos testimonios escritos en latín por monjes entre los años 804 y 1200 que incorporan elementos del lenguaje hablado por los clérigos y que reflejan rasgos de un castellano arcaico.La autora del trabajo es Emiliana Ramos, una irundarra de 33 años, doctora en Filología Románica que durante seis meses se sumergió en estos textos gracias a una beca apadrinada por Eusko Ikaskuntza y diversas instituciones de las dos provincias implicadas. Ramos trabajó sobre un material que había sido publicado en 1900 una primera parte y en 1995 otra. "Desde Menéndez Pidal se sabía que los documentos eran muy importantes en el origen del castellano, por lo que me dediqué a realizar una investigación más detallada", indica. Los cartularios o becerros son colecciones de textos -cartas de compraventa o donaciones al monasterio- "con apariencia latina" y fechados entre el 804 y el 1200. "Lo más importante es la antigüedad de esta documentación", indica Ramos. "Cuando los empiezas a analizar descubres que no es un latín puro y hay algunas formas que son lengua romance".

Al estudiar estos detalles en lengua vulgar "se obtienen datos sobre cómo era el castellano entre los siglos IX y XII", muy importantes ya que hasta 1200 no existen textos totalmente en romance. Este estudio lingüístico se aleja de consideraciones "eufóricas" sobre su trascendencia: "No se ha descubierto ningún manuscrito que no conociéramos", señala la investigadora, La joven filóloga guipuzcoana pone de relieve además que las lenguas "no surgen en un punto y un momento determinados" y en el caso del romance, fue toda la zona oriental de Cantabria hasta el Ebro la que protagonizó esta evolución.

El castellano que reflejan estos cartularios no era el hablado por el vulgo de la época sino el que utilizaban los escribanos monásticos que los realizaron. Los textos, que se encuentran en el Archivo Nacional de Madrid, se hallan muy "latinizados" por los autores: "Los elementos romances aparecen enmascarados por grafías y gramática latinas, y están manipulados por las sucesivas copias", subraya la estudiosa.

Las glosas emilianenses han sido consideradas hasta el momento como los primeros testimonios en lengua castellana, al considerar los expertos que se realizaron entre los siglos X y XI. Según Emiliana Ramos, los textos de Valpuesta más antiguos son anteriores a ellas aunque con una variante lingüística diferente y asimilable al castellano.

Valor al margen de polémica

"Los autores de Las glosas tuvieron un deseo explícito de escribir en lengua romance mientras los escribanos de Valpuesta y de cartularios similares de otros monasterios intercalaban rasgos romances en sus textos de manera involuntaria como producto de la confusión que tenían a la hora de escribir entre las formas latinas y las nuevas formas romances", resalta. La zona en torno al monasterio, una abadía que hoy se halla en un muy deficiente estado de conservación, estaba rodeada por lenguas romances que podríamos definir como regionales, y su castellano se hallaba "bastante influido por el euskera". "Lo que luego se ha considerado como dialectos, como el aragonés, el asturiano o los mozárabes, fueron asimilados por esta lengua a medida que avanzó la reconquista", apunta.

Al margen de la polémica sobre si son los primeros textos o no, "lo cierto es que son de un valor incalculable para obtener información sobre el estado lingüístico del castellano entre los siglos IX al XIII", concluye.

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