_
_
_
_
_
Tribuna:Elecciones 2000Escenas de campaña
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Encuestas y sondeos

El ecuador de la campaña siempre nos ofrece un variado abanico de prospecciones electorales. Esforzadas compañías, generalmente bajo el encargo de gobiernos o medios de comunicación, se ejercitan en la futurología política.

Hay varios acuerdos tácitos acerca de este asunto: que las encuestas hay que hacerlas, que las empresas especializadas se partirán el espinazo formulando preguntas a los ciudadanos, que los gobiernos y los medios ofrecerán a continuación sus previsiones, que estos resultados servirán a la gente para distraer encuentros, cafetitos y tertulias, y que, por último, un porcentaje no despreciable de encuestados, a la vista de los resultados que ofrecerá la larga noche electoral, habrá mentido con total y absoluta desvergüenza.

En términos generales, las últimas previsiones auguran un buen resultado al PNV, que recolecta votos de Euskal Herritarrok. Por su parte, el PP mantiene una distancia de varios puntos frente a los socialistas, los cuales no rentabilizan del todo su alianza con Izquierda Unida. CiU se sostiene a la baja, y otros partidos nacionalistas, como el Bloque Nacionalista Gallego o la Chunta Aragonesista mejoran resultados o confirman expectativas.

La costumbre de nuestra democracia es que algunas de estas previsiones se cumplan con cierta fidelidad, que otras lo hagan en muy pequeña medida y que incluso otras lleguen a resultar completamente falsas. Y es que estamos rodeados de auténticos bellacos que depositan su voto en las urnas, pero que se van por peteneras cuando les preguntan las empresas del sector. ¿A qué atribuir esta costumbre? El que escribe no conoce las causas del fenómeno pero reconoce que éste se produce y que inevitablemente distorsiona la calidad de las previsiones.

De hecho, en más de una ocasión, al salir del colegio electoral, el que escribe ha padecido el asalto de aguerridos encuestadores que indagaban con fruición acerca de su voto. Y, en efecto, aún sin conocer las causas más profundas de su conducta, siempre les ha engañado de la manera más vil.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_