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Horizontal

ADOLF BELTRAN

Repetir una afirmación con la esperanza de que se convierta en una realidad parece una práctica más mágica que racional. Sin embargo, el PSOE ha basado su campaña en la repetición de la idea de que en España existe una mayoría progresista que ha de apartar al PP del Gobierno porque no es de fiar. ¿Hay de verdad una mayoría progresista? ¿Está compuesta de idénticos materiales la mayoría progresista en Extremadura, en Madrid, en Galicia, en el País Valenciano, en Euskadi, en Baleares y en Aragón? ¿Se identifica esa mayoría con lo que ofrecen los socialistas hoy y aquí? ¿El pacto Almunia-Frutos es el marco adecuado para condensarla?

Las encuestas señalan que no. Las elecciones del próximo domingo confirmarán o desmentirán esos sondeos, pero la sensación, a estas alturas, es de una irritante simplicidad. El PSOE se presentó en 1982 como un "partido de Estado", con un programa-fuerza, el de la modernización del país, con el que obtuvo una de las victorias electorales más apabullantes de la democracia en cualquier lugar. Casi veinte años después, resulta difícil identificar en sus discursos los retos de la sociedad real, las asignaturas pendientes de una España plural, en permanente transformación. No se trata de un problema menor. Al menos para una parte significativa de esa mayoría a la que se alude sin cesar.

En ese contexto, no deja de ser sintomático que el PP haya podido arremeter, una y otra vez, contra el "barullo" de izquierdas (en ataque frontal al bloque de izquierdas multicolor que Maragall ha sabido concertar en Cataluña) y, al mismo tiempo, no haya tenido empacho en reclamar un valencianismo pragmático, un "poder valenciano", sin que de la boca de Ciprià Ciscar y sus candidatos haya salido una sola respuesta digna de mención.

Probablemente, la izquierda no volverá al poder mientras no articule una mayoría progresista de orientación tranversal, mientras no se dirija a la España compleja y horizontal.

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