Patrimonio aprobará la reforma del Coliseum sólo si se respeta la platea
Si, pero no. La reforma interior del cine Coliseum sí cuenta con la luz verde de la Comisión de Patrimonio. Pero no puede ser tocada su platea. Lo dijo ayer Juan Carlos Doadrio, viceconsejero de Patrimonio de la Comunidad. La complicación reside en que, si no se toca el anfiteatro, el troceamiento del cine en cinco salas será casi imposible. Si no se trocea, no será rentable. Y, si no es rentable, cerrará. Así opina Enrique López-Carrillo, proyectista de la reforma del florón de los cines de la Gran Vía.
El Cine Coliseum, situado al final de la acera de los pares de la Gran Vía, fue edificado entre 1930 y 1933 por los arquitectos Pedro Muguruza y Casto Fernández Shaw. Profusamente decorado entonces con cuadros de Milá Fontanals, vidrieras polícromas firmadas por Hall, claraboyas y molduras nobles, consta hoy de un amplio sótano, un vestíbulo y la sala cinematográfica, con un patio de butacas y dos anfiteatros. Su escenario, que acoge la pantalla, tiene unos diez metros de profundidad; fue ideado para albergar en su foso una orquesta capaz de acompañar las proyecciones del cine mudo. Muestra una disposición en arcada remarcada en dorados; su techo presenta un lucernario redondo de estilo modernista, que otorga personalidad a su hasta hoy única sala cinematográfica. Su aforo es de 1.535 butacas.El plan de reforma del cine, tendente a hacerlo más rentable mediante su ampliación a cinco salas, ha sido elaborado por Enrique López-Carrillo por encargo de su propietario, Bautista Soler Crespo, dueño de una veintena de salas en Madrid. "El plan consiste en prolongar el forjado de su platea, es decir, el primero de sus dos anfiteatros, hasta la embocadura del escenario. De esta manera, del espacio único inicial", añade el arquitecto, "se crearían dos espacios diferentes: uno correspondiente al actual patio de butacas (apto para unas 700 localidades) y el otro que englobaría los dos anfiteatros y la actual pantalla (para unas 1.400 butacas)".
"La base de esta segunda sala ocuparía la actual platea, que se mantendría como un peto. El sótano sería adaptado y alojaría tres pequeñas salas más (de unas trescientas localidades cada una). Éste es en síntesis el plan", señala López-Carrillo, autor de decenas de diseños de cines en Madrid, entre otros el del Cid Campeador.
Aprobado en pleno
"Lo más sorprendente de todo es que este plan especial de adaptación del Coliseum fue aprobado por el Ayuntamiento en el pleno celebrado el 23 de diciembre de 1998. El proyecto", precisa López-Carrillo, "también fue por entonces favorablemente visado y cobrado por el Colegio de Arquitectos de Madrid. Se expuso a alegaciones y no halló una queja. Sin embargo", puntualiza, "la directiva colegial para asuntos comunitarios Amparo Berlinches lo ha cuestionado por considerar que su contenido alteraba la fisonomía interior del edificio", se lamenta el arquitecto. "Es una rabieta que no sé bien a qué obedece", comenta. "El caso es que el plan no daña las estructuras del Coliseum, mantiene intacto su vestíbulo y conserva íntegramente desde su bóveda acústica hasta todos los elementos ornamentales que lo decoran". A su juicio, "si se quiere mantener su uso como tal cine, ha de ser adaptado a la nueva realidad cinematográfica, que pasa por ampliar el número de salas".
La arquitecta Amparo Berlinches impugnó desde el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid el plan de adaptación de López-Carrilo, -"fue mi alumna en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid", señala el arquitecto y aparejador con una sonrisa- y anunció que solicitaría a la Comunidad la declaración del Coliseum como bien de interés cultural (BIC) para impedir que el plan de López-Carrillo prosperara.
Hoy, el cine Coliseum goza de un tipo de protección que impide la alteración de sus estructuras, pero no es la máxima salvaguardia que su declaración como BIC le procuraría.
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