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La Unión Europea no se fía de la dimisión de Haider y mantiene a Austria sometida a cuarentena

Los países de la Unión Europea (UE) no parecen impresionados por la dimisión del populista de derecha Jörg Haider de la presidencia del Partido Liberal (FPÖ) y, con matices, se muestran partidarios de continuar la presión sobre el Gobierno de Austria, la coalición del derechista FPÖ con los democristianos del Partido Popular (ÖVP). Al mismo tiempo, poco después de anunciarse la renuncia de Haider, el Ejecutivo austriaco sufrió una baja al dimitir el ministro de Justicia, Michael Krüger, también del FPÖ. Se informó de que Krüger dimitió por motivos de salud y se encuentra internado.

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El primer ministro de Portugal y presidente de turno de la UE, António Guterres, declaró en Lisboa de forma clara: "El problema básico no está en la personalidad de Haider, sino en la naturaleza de su partido". Más cauto se mostró Guterres a la hora de interpretar el paso dado por Haider de dimitir de la presidencia del FPÖ: "En este momento no hay suficientes datos para conocer el verdadero significado y el objetivo de esta operación política".Con mayor contundencia se pronunció la portavoz del ministerio francés de Asuntos Exteriores, Anne Gazeau-Secret, quien aseguró que la dimisión de Haider no cambia en nada la posición hacia el Gobierno austriaco.Francia ha llevado, junto con Bélgica, la voz cantante en la campaña europea contra el nuevo Gobierno de Austria. Se trata de los dos países que se convirtieron en blanco de los ataques verbales de Haider en su fiesta de cumpleaños en Carintia, el pasado 29 de enero. En aquella ocasión, Haider dijo del presidente francés, Jacques Chirac, que todo lo hace mal. Del Gobierno belga afirmó Haider que protege a los pederastas y se junta con criminales. Ayer, el ministro belga de Exteriores, Luis Michel, insistió en la necesidad de mantener la presión internacional sobre Austria y calificó la dimisión de Haider de estrategia para continuar con sus excesos verbales.

También parece firme en la crítica hacia Austria el Gobierno alemán. Un portavoz del Ministerio de Exteriores aseguró en Berlín que se mantiene el escepticismo ante la evolución de los acontecimientos en Austria. La cuestión austriaca se ha convertido en un tema de política interior en Alemania. Por una parte, existe pánico a que el éxito de Haider resulte contagioso, sobre todo en un momento en que el gran partido de oposición, la democracia cristiana (CDU), se debate en las acusaciones de corrupción. El partido democristiano hermano, los bávaros de la CSU, no ha hecho caso de la cuarentena europea impuesta a Austria. De forma demostrativa, dirigentes de la CSU viajaron a Viena para saludar a su correligionario, el flamante canciller Wolfgang Schüssel (ÖVP). El presidente de Baviera, Edmund Stoiber (CSU), recibió con honores en Múnich al presidente austriaco, Thomas Klestil.

Agresiones que "resbalan"

Desde su feudo de Carintia, Haider acusó ayer a Francia de atizar a la UE contra Austria "para imponer su poder en Europa". Según Haider, "Francia quiere doblegar a Alemania sin enfrentarse a ella", y para eso ataca a Austria. Sonriente, Haider dijo que se siente "fantásticamente bien", porque, "cuando uno sabe que tiene la razón, los actos de agresión resbalan". El canciller Schüssel (ÖVP) considera la dimisión de Haider "una señal muy razonable" y espera que contribuya a la distensión internacional.

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La sucesora de Haider en la presidencia del FPÖ, la vicecanciller Susanne Riess-Passer, de 44 años, opina que "no sería razonable" prescindir de su experiencia y por eso se ha propuesto seguir formando equipo con él "bajo otras condiciones". La vicecanciller firmó el martes el preámbulo de la Declaración de Gobierno que garantiza el respeto de los valores fundamentales de los derechos humanos y la democracia. Mientras se respeten las bases de este preámbulo, "el Gobierno tiene mi confianza", declaró el presidente Klestil.

Un día después de la dimisión de Haider se produjo la primera crisis del Gobierno en Austria con la renuncia del ministro de Justicia, Michael Krüger (FPÖ), tras sólo 25 días en el cargo. Krüger dimitió por motivos de salud. Su sucesor es Dieter Böhmdorfer, de 56 años, elocuente abogado defensor del FPÖ en innumerables litigios desde hace más de un decenio. Un personaje que pisa fuerte sustituye a un peso ligero, comenta la prensa. Krüger se retiró por trastornos de salud y tuvo que ser hospitalizado por "exceso de estrés", según un comunicado oficial. En su breve estancia al frente del ministerio, Krüger apenas tuvo tiempo de llamar la atención con dos detalles: exigió un Jaguar como coche oficial y amenazó con denunciar a una editorial por haber escrito que su mano derecha era un neonazi.

Krügger, un abogado de 44 años, nunca mostró inclinaciones de extrema derecha, pero su vida cambió al leer en 1993 el libro de Haider La libertad a la que yo me refiero. Desde entonces se convirtió en un "muchacho de Haider", imitó a su ídolo hasta en la vestimenta y en pocos meses ya ocupaba un escaño en el Parlamento. Cuando era diputado, Krüger justificó que Haider hubiese calificado de "campos de castigo" los campos de concentración y recurrió al diccionario para apoyar su tesis.

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