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Datos

JUANJO GARCÍA DEL MORAL Datos, muchos datos. Nos los requieren casi para cualquier cosa. Tanto si es para abrir una cuenta en el banco como si se trata de obtener una tarjeta de crédito, de inscribirse en un club de compras, de contratar un seguro o un servicio de atención domiciliaria. Y te piden no ya el nombre completo, el domicilio y el DNI, que es normal, sino que quieren saber de tus gustos y aficiones, conocer tu nivel de ingresos, tus lecturas, el coche que tienes, los hábitos de compra... hasta el color del pijama. ¿Qué pasa luego con todos esos datos? Son introducidos en ficheros automatizados y, debidamente cruzados, proporcionan un completo retrato de cada uno de nosotros. En teoría, la Ley Orgánica de Protección de Datos nos ampara frente a posibles abusos en la utilización de esa información. Pero la realidad es muy distinta y, ahora más que nunca, con las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y con el comercio de esa información, corremos el peligro de que nuestros datos vayan a parar a manos de cualquiera. Viene esto a cuenta de una misiva que han recibido últimamente los abonados de Telefónica, que les "solicita su consentimiento para tratar", junto con los datos personales, los relativos a la facturación. Pero a continuación la circular añade que si el abonado no desea que se produzca ese tratamiento, puede comunicarlo a la compañía, que avisa de que si no recibe noticias en el plazo de un mes, entenderá otorgado el consentimiento. O sea, que pide el permiso pero se lo toma por la cara si no contestas en 30 días. Creo yo que debería ser al revés, que la compañía sólo debería de poder llevar a cabo ese tratamiento si el abonado lo autoriza expresamente. No es un caso aislado. Otras empresas utilizan procedimientos parecidos. Y la misma Telefónica, cuyo servicio de información en el número 1004 deniega sistemáticamente toda solicitud para conocer el domicilio de un abonado, facilita con normalidad éste y otros datos a través de Internet. Así, no es de extrañar que tu buzón se llene de correspondencia no solicitada o que te lleguen por teléfono las más variadas ofertas y servicios. ¡Cuidado! Tienen nuestros retratos y, además, comercian con ellos.

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