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Dumas se muestra dispuesto a dimitir

Roland Dumas, el presidente del Tribunal Constitucional francés, procesado por "complicidad y encubrimiento en abuso de bienes sociales", se muestra ahora dispuesto a dimitir. El fino abogado, ex ministro de Exteriores, heredero espiritual de Mitterrand, no ha podido resistir la redoblada presión que buena parte de la clase política y sus compañeros del Tribunal Constitucional han ejercido sobre él a lo largo de esta semana.

La noticia de que Dumas será juzgado por el Tribunal Correccional de París, seguramente en otoño próximo, hizo saltar días atrás las alarmas políticas e institucionales francesas. El miércoles, tras confrontar el principio de presunción de inocencia con el de la obligada defensa de la alta institución, los miembros del Tribunal Constitucional le indicaron abiertamente a Dumas que debía dimitir. Salvo sorpresas, este hombre cultivado, elegante e inteligente, avezado en las artes de la política, admirador entregado del estilo Mitterrand, debe comunicar formalmente su dimisión a principios de la semana que viene. Vista la resistencia a la dimisión mostrada por el ex ministro, puede muy bien decirse que las presiones han debido ser fortísimas. Por toda respuesta a su procesamiento y a los episodios de escándalo aireados por su antigua amante, Christine Deviers-Joncour, en su libro La puta de la República, Roland Dumas decidió hace más de un año declarase en vacaciones indefinidas.

El ex ministro de Exteriores francés deberá rendir cuenta de la acusación de haber presionado para que la petrolera Elf contratara a su amante y de haberse beneficiado con una serie de regalos: un cuadro de 60.000 francos, unos botines de 11.000, adquiridos con los 65 millones de francos (1.625 millones de pesetas) que Christine Deviers-Joncour cobró supuestamente en concepto de comisión por la venta de fragatas a Taiwan. Aunque las acusaciones que van a llevarle ante los tribunales son de cuantía menor, si se considera la alcurnia política y social del personaje y los miles de millones en juego, el fondo del asunto es la sospecha de que Roland Dumas autorizó la venta de las fragatas contando con la comisión que debía cobrar su amante.

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