Elche, paraíso de la economía sumergida
La ciudad alicantina es una isla socialista en una comunidad autónoma dominada por el Partido Popular
En una ciudad que acoge el 58% de la producción nacional de zapatos y cuyas industrias facturan casi 200.000 millones de pesetas anuales, casi todo es posible. Lo es, por ejemplo, que por sus calles circulen 690 vehículos calificados de superlujo y otros 3.300 de la gama alta.En Elche, según el informe Futurelx de su Ayuntamiento, predomina un modelo social que prestigia "la obtención de dinero fácil" y el consumismo más desaforado, situación que deriva en un "desinterés generalizado" por la formación y la cultura.
No más de 20 kilómetros separan esta urbe industriosa, con casi 192.000 habitantes, de la capital de la provincia, Alicante, donde se concentran otras 273.000 almas. Juntas podrían configurar un área metropolitana de peso en el arco mediterráneo, pero cuestiones históricas, sociales y culturales han determinado que esos 20 kilómetros sean un abismo. Las dos ciudades se dan la espalda, crecen en dirección inversa, y pese a los esfuerzos de las administraciones públicas por acercarse definitivamente, la realidad es que el espacio que queda entre las urbes se mantiene como terreno baldío.
Como toda industria manufacturera que se precie, el calzado, peligrosamente omnipresente en el tejido económico de la ciudad, mantiene grandes desigualdades. La principal la apuntan los sindicatos: el 40% de la producción se canaliza a través de talleres clandestinos, lo que genera una cantidad ingente de capital que permanece a la espera de integrarse en el engranaje legal. Es decir, dinero negro a espuertas, economía sumergida en la base del desarrollo local y miles de operarios en situación precaria.
Ejemplos de ello afloran a menudo. Todavía permanecen en el recuerdo casos tan patéticos como el de un empresario que mantenía una cadena de producción completa, con una decena de operarios, en un zulo construido debajo de la piscina de su chalé.
Aunque lo habitual, según denuncian los sindicatos, es la existencia de fábricas ilegales que funcionan de manera paralela para la firma limpia, necesariamente legalizada por su dedicación a la exportación. El trabajo a domicilio y a destajo, con jornadas intermitentes según marcan la temporada y los pedidos, ofrece una fiel radiografía de cómo funciona el sector.
Con todas estas miserias, las marcas zapateras más sobresalientes del mercado se asientan en la ciudad, y el calzado es el principal responsable del crecimiento vertiginoso en población desde finales de los años cincuenta, y de la riqueza que se respira en todos los ámbitos de la ciudad.
El Ayuntamiento, a cuyo frente está el alcalde socialista Diego Macià, intenta ahora diversificar la economía, que dirige al sector turístico, agrícola y de servicios.
El 22 de diciembre llegó a la ciudad el gordo de la Lotería, para añadir más de 45.000 millones de pesetas a esta afortunada localidad. Rápidamente, la lavadora se puso en funcionamiento, y los décimos premiados se cotizaron hasta un 30% por encima de su valor, en un intento de los empresarios de dar salida al capital que circula a espaldas del fisco. Fue la escenificación del poderío: los concesionarios de las grandes marcas de vehículos se quedaron sin existencias, las agencias de viajes hicieron su agosto especial, y los promotores urbanísticos vendieron sobre planos.
Políticamente, Elche es socialista, al menos cuando se trata de elegir a los gobernantes locales. Es una plaza que se le resiste al PP una y otra vez, algo que crispa los ánimos a los dirigentes populares. En los 20 años de ayuntamientos democráticos, el PSOE ha mantenido la alcaldía pese al huracán Eduardo Zaplana, presidente autonómico empeñado en ganar para el PP el mando en la tercera ciudad de la Comunidad Valenciana. Los populares crecen en apoyo electoral en el resto de la provincia de Alicante, pero aquí se quiebra la tendencia. "Elche no puede ser una isla", comentan los populares, en tono amenazante, en cada contienda electoral.
Cultura y palmeras
La Universidad Miguel Hernández, de reciente creación, mantiene enfrentados a los dos partidos mayoritarios. La creó el PP a golpe de segregaciones de centros y facultades de la Universidad de Alicante, y el PSOE denunció el método ante el Tribunal Constitucional, que todavía no se ha pronunciado. La llegada de la institución académica ha supuesto un giro radical en el signo de una ciudad tradicionalmente despreocupada por la cultura.
En simbología y tradiciones, la ciudad es otra historia. El busto ibérico de la Dama de Elche, pese a permanecer en las vitrinas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, forma parte indiscutible de las deidades locales. Es curioso cómo esta escultura ha sido capaz de unir a un pueblo que se considera expoliado. En no pocas ocasiones, las calles de Elche han acogido manifestaciones cívicas para reclamar la devolución de la imagen, pero los expertos del Arqueológico se niegan al viaje porque, dicen, la pieza correría peligro. Otros eruditos desmienten la teoría, pero los ilicitanos sólo atienden a una poderosa razón: "Nadie mejor que nosotros para cuidar la Dama, nuestra Dama".
Con todo, el tesoro mejor guardado está a la vista de todos: los más de 200.000 ejemplares de palmeras datileras repartidas por el término municipal, aunque con una fuerte concentración en el casco urbano, a las que se suman otras 300.000 que se cultivan en viveros, una riqueza natural de herencia árabe para la que el municipio reclama un reconocimiento internacional. El palmeral de Elche opta a la declaración de Patrimonio de la Humanidad.
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