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ELECCIONES 2000

Borrell explica ante empresarios que "los comunistas ya no son los bolcheviques de 1917"

Enric Company

Lo que José María Aznar alude en sus mítines como "la cosa" tiene, según Josep Borrell, una fácil definición. La alianza del PSOE e Izquierda Unida (IU) es, simplemente, "la mayoría social de España, la que en laselecciones legislativas de 1996 cosechó 12 millones de votos". Y si en esa "cosa" hay comunistas, no hay que alarmarse. En un almuerzo con empresarios y comerciantes de Sant Andreu de la Barca, lo justificó como un fruto más de los cambios provocados por la desaparición de la URSS. "Los comunistas de hoy no son los bolcheviques de 1917", afirmó, sino unas gentes con "una gran preocupación social".

Borrell dedicó una parte importante de sus primeros discursos electorales a explicar el pacto sellado por Joaquín Almunia y Paco Frutos y a mostrar las virtudes de los comunistas, cuya "preocupación social" les acerca mucho a los socialistas y ha hecho posible que ambas fuerzas dejen aparte lo que las separaba para poner en común lo que las une. Y eso se ha traducido, según Borrell, "en un programa socialdemócrata clásico".El candidato que ocupa la segunda plaza en la lista socialista por Barcelona amplió por la tarde, en un mitin ante 250 personas que llenaron la sala del Centro Católico de Vilanova i la Geltrú, lo que a mediodía había dicho ante los empresarios: "Estoy muy contento porque el partido socialista ha dado un paso adelante en la formulación de la causa común de la izquierda". Y afirmó que ya era hora de superar el antagonismo histórico que tan duramente ha enfrentado a lo largo del siglo XX a socialistas y comunistas. Si las causas originales de la división han dejado de existir, hay también, en su opinión, otras razones más próximas que llevan a la alianza. "En 1996 tuvimos una dulce derrota, pero, al fin y al cabo, Aznar ha gobernado estos cuatro años porque entonces no alcanzamos a convertir en mayoría parlamentaria la mayoría social".

Algo parecido sucedió en octubre en las elecciones autonómicas catalanas, continuó. Porque si en ellas los socialistas y sus aliados consiguieron más votos que sus rivales de la derecha, tampoco eso alcanzó todavía a traducirse en una mayoría de escaños. "Esta división no tiene sentido", sentenció. Como tampoco lo tendría que la alianza entre las izquierdas no se llevara a cabo a estas alturas por asuntos como la OTAN o el euro.

La OTAN, argumentó, ya no es lo que era. No tiene enemigo. Y se dedica sobre todo a "misiones humanitarias", como las desarrolladas en los Balcanes. Igualmente ocioso es enfrentarse por el euro: "¿Es que alguien piensa que el futuro de España pasa por salir del euro?", preguntó. Incluso afirmó que al dar a IU la excusa de dejar de lado esa discusión, los socialistas le han hecho un buen favor porque la han ayudado a salir de ella.

Además de exponer estos argumentos, Borrell recurrió también al ejemplo de Francia. Después de unos años de gobierno de Lionel Jospin al frente de la alianza socialcomunista que tanto miedo da a Aznar, dijo, los datos ecónomicos sitúan a Francia al frente del crecimiento de la Unión Europea. Incluso en aspectos que a menudo suelen contemplarse como indicativos de la confianza de los empresarios, como es la inversión procedente del exterior.

Borrell comenzó su jornada electoral de ayer en el mercadillo de Bellvitge, en L'Hospitalet de Llobregat. Acompañado del alcalde de la localidad, Celestino Corbacho, y de un nutrido séquito, se mezcló con el universo de compradores y vendedores, que fácilmente lo reconocían. Repartió claveles y compró una camisa, tres pares de calcetines y unas zapatillas deportivas. Y comió churros. El ex candidato a la presidencia se ha lanzado a la campaña con una intensidad muy propia de una primera figura. Comenzó anteayer en Cantabria. Ayer estuvo en L'Hospitalet, Sant Andreu y Vilanova, y culminó la jornada con una cena en Castelldefels a la que asistieron 800 personas.

Silvia T. Colmenero

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