Un Rey en la Casa Blanca
ENVIADO ESPECIALSólo un país que adora los valores republicanos aprecia el boato que se asocia con la monarquía. Y el matrimonio Clinton quiso ofrecer el miércoles por la noche, en deferencia a los Reyes de España, una fiesta en la Casa Blanca a la altura de una corte europea entendida a la manera norteamericana. Los caballeros, de frac, y las damas, con trajes largos, en un decorado blanco y dorado, que reunió a lo más granado de la sociedad norteamericana: políticos, empresarios, estrellas de Hollywood y figuras del periodismo. Sólo faltó el baile de gala, suspendido a petición de don Juan Carlos, en un gesto de duelo por los últimos asesinatos de ETA. Cantó, sin embargo, Plácido Domingo, director artístico de la Ópera de Washington, un repertorio de zarzuela que culminó con una canción de West Side Story: To nigth, to nigth.
Fue la segunda vez, y previsiblemente la última, que el matrimonio Clinton, en sus siete años en la Casa Blanca, ofrecía una cena del máximo protocolo. La anterior se dio en 1994 en honor de Akihito, emperador de Japón. En otro gesto de deferencia, los Reyes se quedaron a dormir en la mansión presidencial como huéspedes de lo que el presidente Clinton calificó la "casa del pueblo americano".
Es tan poco usual este tipo de fiestas en Washington que las casas de alquiler tuvieron trabajo. El senador demócrata Christopher Dodd confesó a una reportera que el frac que vestía lo había alquilado. "Y por horas", precisó; "lo devolveré después de medianoche".
Entre el centenar de invitados figuraban influyentes senadores como Bob Kerrey; estrellas de cine como Diane Keaton, tocada con un bombín que no se quitó en toda la noche; Meg Ryan, la más seductora, acompañada de su marido, el también actor Dennis Quaid, o Whoopi Goldberg. El modista Óscar de la Renta, favorito de la primera dama norteamericana, llegó acompañado de la veterana estrella de la televisión Bárbara Walters. Empresarios latinoamericanos como el venezolano Gustavo Cisneros figuraban junto a amigos personales de los Clinton, como el abogado Vernon Jordan, que jugó un papel destacado en el caso Lewinsky. También asistieron aristócratas, cono el príncipe Miguel de Grecia o Inmaculada Habsburgo-Lothringen, que dirige el Spanish Institute de Nueva York. Entre las personalidades españolas, Diego Hidalgo, editor y escritor, y Antonio Fontán, ex presidente del Senado. Y una figura norteamericana del fútbol que juega en España: el portero del Rayo Vallecano Kasey Keller, que es también guardameta de su selección nacional. Faltó el vicepresidente, Al Gore, en plena campaña para conseguir la nominación del Partido Demócrata a la presidencia, pero asistió su hija Karenna, que estudió hace un tiempo en España.
Los Clinton, que posan para los fotógrafos como sólo lo saben hacer las estrellas de Hollywood -manos entrelazadas mientras se miran tiernamente a los ojos- multiplicaron los gestos de simpatía y afecto hacia España y los Reyes durante la velada. El presidente evocó en su brindis el recuerdo imborrable de un atardecer en la Alhambra de Granada, cuando al acabar sus estudios recorrió España en 1969. Y agradeció a los Reyes la oportunidad de volver a repetir la experiencia treinta años después acompañado de su esposa, Hillary, y de su hija, Chelsea, cuando viajaron a España con motivo de la cumbre de la OTAN. La pequeña anécdota de la noche fue el tropezón de doña Sofía cuando subía las escaleras de acceso a la Casa Blanca, que a punto estuvo de hacerla rodar ante la mirada sorprendida del matrimonio Clinton, que esperaba en la gran puerta de la mansión presidencial. El presidente extendió solícito los brazos, pero la Reina ya había podido recuperar el equilibrio sin sufrir daño alguno.
Quien también demostró un gran afecto hacia los Reyes fue la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, que lució en la cena de gala un vestido verde botella sobre el que brillaba uno de sus habituales y espectaculares broches. En el almuerzo que ofreció al mediodía a los Reyes en el Departamento de Estado recordó al príncipe Felipe, graduado en la Universidad de Georgetown, con el que dijo se mantiene en contacto. Y arrancó una carcajada de los comensales al asegurar que a veces se sentía respecto a éste -"el soltero más codiciado del mundo"- como Mrs. Robinson, la madura protagonista que inicia en los arcanos de la vida al joven estudiante protagonista de la película El graduado.
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