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Mujeres siglo XXI

ROSA SOLBES

Definitivamente, el milenio es nuestro, y lo inauguramos disfrutando de las nuevas tecnologías al servicio de la mujer moderna. ¿O no es una gozada votar y elegir la primera Miss Internet de España sin moverte de la cocina? ¿Y qué me dicen del sospechoso magnate norteamericano mercándose una esposa en biquini, de entre un harén de 50, y casándose a los cinco minutos, en directo, para que la Fox doble su audiencia? Pero miremos el lado positivo y reconozcamos que Internet sirve para algo más que comprar, pese a que ese sea el uso principal que le dan las estadounidenses. Las telarañas virtuales también pueden ser productivas, y solidarias, y mujeres infiltradas en la red están aprovechando las facilidades que da esta forma rápida y relativamente barata de comunicarse y de informar. Portales, direcciones, sitios, páginas, links, chats, y hasta ciudades-comunidad están conformando un ciberfeminismo que, ese sí, pertenece al futuro. Un porvenir en el que, al decir de serios organismos internacionales, nacer mujer va a seguir constituyendo un alto riesgo.

Después de que nos hayan alcanzado las ondas del terremoto-paridad con epicentro en Francia, la campaña electoral se ha poblado de mujeres- mujeres (mujeres al cuadrado) defendiendo a la familia numerosa, y de señoras de muy centradas ellas, cantando las excelencias de no se qué autonomía femenina. Pero no sé si habrán caído ustedes en que, a poco de editar Esquerra Unida su libro sobre el futuro de las izquierdas, Almunia y Frutos firmaban la paz y se hacían promesas de futuro. Ahora está a punto de ver la luz una segunda monografía, en la que se ha impelido a 12 valencianas a una prospección comprometida: ¿Qué feminismo para el siglo XXI? No insinúo que gracias a estas reflexiones se vaya a encontrar, definitivamente, la purga de Benito contra la violencia sexista, la discriminación salarial, los techos de cristal o la pobreza en la que malvive buena parte de la humanidad, principalmente femenina. Quiero decir que la simple iniciativa ya es un signo de vitalidad reconfortante.

Y no el único, porque los grupos organizados andan en ebullición y a la ofensiva: desde el contrato social de Dones Progressistes hasta la Marcha Mundial de las Mujeres en el año 2000 que aquí promoverá la Casa de la Dona a partir del 8 de marzo. Se trata de un movimiento que empezó hace dos años en Quebec, que busca millones de firmas contra la pobreza, y que desembocará en octubre en Nueva York, en la sede de las Naciones Unidas. 2.000 razones han encontrado para marchar, y a lo mejor hasta algunas más.

En fin, volviendo a las expectativas para el nuevo milenio, y planteándolo de modo algo reduccionista, concluyamos que caben dos tipos de pronósticos, ambos perfectamente razonables. El del medio vacío: "Qué despacio vamos, cuántos cientos de años nos quedan para la igualdad real, con cuántos espejismos nos quieren engañar...". Y el del medio lleno: "Cómo hemos avanzado, qué irreversibles son nuestras conquistas, cuán imposible sería volver atrás...".

Las más jóvenes, que ya han adquirido un alto grado de confianza en sí mismas, creo que participan de la segunda corriente. Y eso es lo que cuenta. Porque aunque no lo sepan, pese a que nunca lo lleguen a reconocer, son ellas, y no las viejas rockeras, las que van a hacer el feminismo del siglo XXI.

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