Estadio Olímpico
Como réplica a la carta que Joaquín Blanco, presidente de la Sociedad Estadio Olímpico de Sevilla ha enviado a los distintos medios, trataré de desmentir algunas de las falsedades por él explicitadas.El Estadio Olímpico es un edificio nuevo, es cierto, pero ¿acaso no lo es el nuevo estadio Manuel Ruiz de Lopera? ¿Acaso el Ramón Sánchez Pizjuán no fue remodelado para 1982? (Hace sólo 18 años). ¿Es de recibo que el señor Blanco intranquilice a los aficionados con sus insinuaciones sobre la seguridad de los actuales estadios en uso? ¿Es de suponer que habrá de derribar el nuevo estadio dentro de 30 ó 40 años para construir otro? ¿Es que deberíamos derribar la casi milenaria catedral de Sevilla para construir otra más moderna, antes de que se acabe la tolerancia institucional? ¿Es que deberíamos derribar todo el casco histórico de Sevilla para justificar los megalómanos proyectos de los políticos de turno?
El Estadio Olímpico tiene resuelto el problema de aparcamiento. ¿Y qué? ¿Acaso no estamos por potenciar el uso de los transportes colectivos? ¿Acaso el proyectado metro no vendrá a remediar en gran medida este problema? ¿Y por qué no trasladar la Feria y la Semana Santa también a la Cartuja?
El Estadio Olímpico no va a repercutir en más ingresos. ¿Acaso los actuales estadios en uso se llenan regularmente? ¿Acaso el señor Ruiz de Lopera no ha declarado no tener prisa por reformar el otro gol de su estadio hasta que el beticismo sea capaz de llenarlo? ¿Qué experto en marketing puede asegurar que una tienda en el Estadio Olímpico sea más rentable que una en el Sánchez Pizjuán?
El Estadio Olímpico es más confortable, es cierto, pero está por ver que ello vaya a repercutir en un mayor número de abonados. Todo el mundo sabe que estos incrementos dependen de otras variables. Con todo lo anterior, yo sí que pretendo convencer a los sevillanos de una cosa. Y es que se bautice al nuevo Estadio Olímpico con el nombre de Alejandro Rojas-Marcos, para que las generaciones presentes y futuras no se olviden nunca de quién fue el responsable del derroche de más de 20.000 millones de pesetas de los fondos públicos, sin asegurar previamente su uso. Y también pretendo convencer de que se otorgue a su sucesor, Joaquín Blanco, el título de vocero mayor de la gran falacia olímpica. Y lo que más me duele de todo esto es lo bien que hubieran sido gastados esos millones en un cuarto hospital para Sevilla.- .
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