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Los nacionalistas corsos admiten una autonomía sin independencia

Los partidos nacionalistas corsos, escaparates legales en su mayoría de los grupos que practican el terrorismo, se muestran dispuestos a admitir un estatuto de autonomía que excluya toda evolución hacia la independencia. Jean-Guy Talamoni, máximo dirigente de Corsica Natione en la Asamblea corsa, juzga, de hecho, positivo el proyecto de amplia autonomía y rechazo de la independencia que proponen algunos de los políticos más destacados de la isla, en especial José Rossi, presidente de la Cámara autonómica.

Como no podía ser menos, las diferencias entre las distintas formaciones políticas afloran con mayor fuerza a medida que se acaba el plazo de tres meses que el primer ministro, Lionel Jospin, ofreció a los políticos corsos el 13 de diciembre. Aquel día, en el que los nacionalistas de Córcega pisaron por vez primera en la historia el palacio de Matignon, el jefe de Gobierno francés se comprometió públicamente a considerar las propuestas sobre "el porvenir" de la isla resultantes de la reflexión y discusión entre los distintos parlamentarios de la Asamblea de Córcega. El proceso fue respaldado casi desde el principio por la principal organización terrorista, el FLNC-Canal Histórico, y posteriormente, de manera paulatina, por la práctica totalidad de la media docena de grupos de activistas que operan igualmente en la isla y que mantienen ahora sus armas calladas. La idea que maneja José Rossi, ex ministro y portavoz de la derecha liberal Unión para la Democracia Francesa (UDF) en el Asamblea Nacional, es que el nuevo estatuto de autonomía sea refrendado por los ciudadanos corsos en un referéndum convocado por el Ejecutivo de París. Técnicamente, el problema es complejo, habida cuenta de que la soberanía nacional francesa descansa constitucionalmente sobre el "conjunto del pueblo", pero hay intersticios legales que podrían permitir la consulta. En ese caso, el referéndum carecería de carácter normativo y dejaría, en consecuencia, inmutables los principios constitucionales. La otra posibilidad, la convocatoria de un referéndum clásico nacional para que el conjunto de los franceses se pronunciara sobre la autonomía corsa, recuerda demasiado a los procesos seguidos con las antiguas colonias y está prácticamente descartado.

Las divisiones sobre los límites y hasta el carácter del hipotético nuevo estatuto se reproducen en el seno mismo de los partidos corsos, a poco más de dos semanas de la sesión clave en la que la Asamblea de Córcega debe aprobar, el próximo día 10, la propuesta autonómica a presentar a Lionel Jospin. El proceso está todavía en ciernes y queda por abordar la espinosa cuestión de la amnistía que reclaman los nacionalistas y sus brazos armados, asunto que el primer ministro descarta abordar, al menos, en la fase actual.

El texto que maneja Rossi contempla el traspaso a la Administración corsa de las competencias de intervención económica, desarrollo regional, medio ambiente y todo lo referente a la educación y a la enseñanza de la lengua corsa que sería obligatoria en la escuela primaria. El presidente de la Asamblea de Córcega propone, en cambio, que toda las competencias en materia social queden en manos del Gobierno francés y no plantea la reivindicación nacionalista de que exista un "reconocimiento jurídico del pueblo corso".

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