La expulsión de Ayala rompe al Atlético El Espanyol saca un empate del Calderón, que carga con dureza contra Ranieri
ATLÉTICO 1-ESPANYOL 1Lo que arrancó de forma prometedora para el Atlético, con los mejores futbolistas juntos en una misma alineación y Kiko pellizcando el murmullo de la grada tras una jugada enorme, murió fatal para los rojiblancos, con otro empate en el cogote, la sensación de que fue el Espanyol el que más se acercó a la victoria y lo que es más grave, con el portazo definitivo de la hinchada a un técnico al que no soporta más. El Calderón contestó con una estruendosa bronca cada intervención de Ranieri sobre el partido. Nunca pudo el italiano con los acontecimientos que se le fueron viniendo encima. Sobre todo con la expulsión de Ayala, tras la cual el Atlético no sólo dilapidó su ventaja -que se ganó, claro, con un zambombazo de Hasselbaink-, sino que se quedó literalmente en manos del rival, que pareció condescendiente.La reacción del entrenador ante ese percance -mandar a la caseta a Valerón para dar entrada a Gaspar- fue interpretada por la afición como una provocación. Ranieri tenía esta vez coartada: Valerón apenas había tenido presencia en el juego y el agujero de Ayala necesitaba un remedio de urgencia. Y aunque la decisión conspiró contra el gusto de los seguidores rojiblancos, que han convertido precisamente a Valerón en el símbolo de sus diferencias frontales con Ranieri, lo peor de la maniobra no estuvo ahí. Más nocivo resultó que Gaspar se instalara como central izquierdo -la jugada siempre le pillaba a contrapié y le obligaba a realizar unos escorzos de caricatura para acomodarse el balón a su pie bueno-, que Santi se mantuviera como lateral derecho -y regalara ofensivamente ese costado- y que Aguilera reposara en el banquillo. Lo cierto es que dos minutos después del descanso, el Atlético firmó su sentencia de muerte. Ayala cometió una falta innecesaria, se ganó su segunda amonestación y dejó al Atlético a la intemperie.
Atlético: Molina; Santi, Gamarra, Ayala, Capdevila; Baraja, Hugo Leal, Valerón (Gaspar, m
49), Solari (Bejbl, m.71); Kiko y Hasselbaink. Espanyol: Cavallero; Cristóbal, Nando, Pocchettino, Navas; Velamazán (Manel, m.68), Sergio, Galca, Arteaga; Benítez (De Lucas, m.23) y Tamudo. Goles: 1-0. M.40. Solari saca un córner desde la derecha, Baraja cabecea hacia atrás y Hasselbaink volea con la derecha. 1-1. M.54. Arteaga profundiza hacia Tamudo, quien, desde la izquierda del área y de primera, cruza con la derecha. Árbitro: Prados. Expulsó a Ayala (m.47), por doble amonestación. Amarilla a Molina, Baraja, Gaspar, Hasselbaink, Nando, Tamudo y Galca. 30.000 espectadores en el Calderón.
No es que antes lo hubiera hecho mucho mejor el conjunto rojiblanco, pero en igualdad numérica sí supo ponerse el duelo de su parte. Y eso que el ruido de campanas de su alineación -Kiko, Solari, Valerón y Baraja juntos, con Bejbl en el banquillo- no surtió los efectos esperados. Trajo una jugada maravillosa de Kiko nada más salir -un desborde, un túnel inolvidable sobre Cristóbal y un remate ajustado, ya frente a Cavallero, que rozó el palo- y dos o tres buenas asociaciones, pero poco fútbol. Valerón comenzó perdido por el centro, y más o menos así siguió cuando a la media hora cambió de posición con Baraja y se fue hacia la derecha. Y el partido caminó siempre descontrolado y parejo, con muchas imprecisiones, mucho barullo, mucho enredo.
El gol llegó para los de casa por el factor Hasselbaink, un tipo que aporta poco al juego pero mucho al marcador, pero tantos méritos para ver puerta hizo el Espanyol. Benítez metió en problemas al Atlético -llegó a provocar en una jugada la expulsión de Molina, pero el árbitro dejó el lance en amarilla- hasta que se lesionó, Molina tuvo que intervenir ante algún remate envenenados y De Lucas incomodó con su electricidad por entrelíneas... Pero el que marcó fue Hasselbaink.
Luego llegó el descanso y nada más volver, la expulsión de Ayala. O sea, la defunción del Atlético: los irritantes cambios de Ranieri -Valerón por Gaspar, luego Bejbl por Solari-, el total desplome rojiblanco, el extraordinario gol de Tamudo y el posterior gobierno, aunque escaso de ambición, del Espanyol. Y no pasó más. Bueno sí, el cabreo del Calderón, que no quiere a Ranieri.
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