L'ama del carxofar
Cuando va a nacer un dios en el cielo la futura diosa madre se encuentra con una gran flor en su mano. Flora, exuberante potencia que preside cuanto florece, fue amada por el dios viento Céfiro de las lluvias, que la hizo madre de la Primavera; seguro que la avisó de lo que se le venía con una alcachofa, la opulenta inflorescencia carnosa que se adornará de violáceas flores capaces del milagro de cuajar -la licuación de la sangre de Pantaleón, hoy su fiesta de rito mozárabe, pero al revés- la no menos santa leche nutricia. Los griegos la bautizaron como Kynara y la consumían como medicina (diurética, rica en potasio y fibra y pobre en colesterol y calorías) y viagreño afrodisíaco -en el Maestrat carxofa es sinónimo de vulva-; los romanos, según Apicio, la estimaban hervida y cruda; para los árabes era alcarxof, el nombre universalizado, menos en Elx, que es la encarnella, Tirant vio brodats caps de les carxofes d'or amb esmalts.Cuando se destruye una huerta pletórica -¡que san Conrado les proteja!, él que quemó, para cazar liebres y faisanes, el bosque y la vega con casas y cosechas de Piacenza, arrepentido, se pasó al ecologismo franciscano y, así, el pirómano depredador hoy subió a la gloria en 1351- como la de Campanar, entre las heridas de la devastación intentan -ahora mismo- brotar sorpredentes alcachoferas -antes, amb diners, carxofes; ahora, las mata-, testimoniando la feracidad del suelo regado con sudor de siglos, donde la voz del agua era canto de trabajo anónimo de sol a sol, que cesaba hoy para honra, con missa, sermó i prcessó, de la Marededéu de yeso -su polvo mágico ayuda en los partos-, nacida el 19 de febrero de 1596 del seno de la misma madre tierra hoy esterilizada: Mare del qui no té par/ de tot lo món advocada;/ sou Maria intitulada/ la Verge de Campanar.
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