Barak desoye las presiones internas para una retirada inmediata de Líbano
La clase política y la sociedad civil israelí iniciaron ayer una ofensiva para exigir al primer ministro, Ehud Barak, que adelante de manera incondicional e inmediata la retirada del sur de Líbano, prevista para julio. Las presiones internas sobre el Ejecutivo israelí coinciden con el empuje de la guerrilla islamista de Hezbolá, que en poco menos de tres semanas ha causado siete bajas en el Ejército hebreo y que ayer, amparándose en la lluvia y la niebla, volvió a acosar en la región cercana a Tiro a los soldados ocupantes.
"La salida de Líbano debe empezar ya sobre el terreno. Nuestras posiciones se han convertido en anacrónicas. Es necesario que nos vayamos", clamaba ayer el general Ariel Sharon, cerebro de la operación militar que en 1982 llevó a las tropas israelíes hasta las puertas de Beirut, y convertido hoy en el líder indiscutible de la derecha Likud, en la oposición.Las exigencias de Ariel Sharon se ven compartidas por más de la mitad de los ministros de Ehud Barak, según sondeos efectuados por el periódico israelí Maariv, así como por un sector cada vez más importante de la sociedad civil, entre los que se encuentran los padres de los soldados que mueren y luchan en esta franja de 850 kilómetros cuadrados del sur de Líbano, convertida en una verdadera ratonera.
"Salid de allí, salid de allí, por favor", imploraba ayer un coronel de la reserva israelí a través de los micrófonos de la radio estatal, mientras recordaba entre sollozos que su hijo, Aryeh Itah, de 18 años, había fallecido días antes en Líbano.
El primer ministro Barak, tratando de eludir las presiones políticas y sociales internas, decidió ayer establecer un compás de espera de dos meses para decidir a continuación qué medidas hay que adoptar con la zona ocupada, de la que en cualquier caso Israel se ha comprometido a marcharse antes de julio. Ehud Barak se resiste, junto con un número reducido de ministros, a una retirada incondicional e inmediata de Libano. Aseguran que si no se negocia previamente el repliegue con los otros dos países beligerantes -Siria y Líbano- se corre el riesgo de tener que regresar al poco tiempo a las viejas posiciones para enfrentarse de nuevo a los guerrilleros de Hezbolá.
Los temores de Barak están plenamente justificados, según se desprende de las declaraciones efectuadas a EL PAÍS por el diputado del Hezbolá en el Parlamento de Beirut, Husein el Haj Hasan, quien asegura que la lucha contra Israel continuará aun después de la retirada de sus tropas de Líbano.
"Nosotros no firmaremos ni aprobaremos ningún tratado de paz o acuerdo con Israel. Creemos que Israel es un Estado ilegítimo, y aunque se retiren lo combatiremos de la manera que consideremos oportuno. En cualquier caso, primero, que se retiren; después ya hablaremos", aseguraba el diputado shií en el centro de prensa de Hezbolá en Beirut.
Una retirada de Israel, interpretada por Hezbolá como una humillación, reforzaría la estructura política y militar de una organización que ostenta ya nueve parlamentarios en Beirut y que constituye una de las fuerzas más importantes de Líbano, especialmente en el sur, donde ha asumido las tareas de una Administración ausente.
Apoyo a las bases
Hezbolá ha invertido en el último año sustanciales recursos económicos y humanos en la región de Tiro, en el sur, donde se encuentran las comunidades shiíes más importantes del país, a las que ha dotado de escuelas, centros sanitarios y una red asistencial de todo tipo, financiadas gracias a inversiones realizadas a su vez en los sectores más dispares de la economía de la zona: inmobiliarias, estructura turística o industria alimentaria.
"Hezbolá es un partido que nunca abandona a los suyos", aseguraba ayer una vecina de Tiro recordando la ayuda permanente que reciben no sólo los familiares de las víctimas muertas en combate, sino también sus seguidores, a los que periódicamente se le suministran de manera gratuita alimentos básicos y todo tipo de medicamentos.
La red de organizaciones sociales y culturales le asegura a Hezbolá el apoyo político, pero también el militar de unos jóvenes que, en la más estricta clandestinidad, constituyen un ejército fantasma del que sólo se conocen sus muertos. Estos mismos soldados atacaron ayer el puesto israelí de Sueida, en la franja ocupada. Obtuvieron como respuesta una oleada de tiros de la artillería hebrea.
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