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ACCIDENTES DE TRABAJO: Trabajadores o máquinas. JUANJO RODRÍGUEZ HORNA

Desde el comienzo del año las noticias referidas a la siniestralidad laboral están ocupando un espacio desacostumbrado en los medios de comunicación. Hablan los sindicatos, responde la patronal y hasta la clase política tiene que contestar a las interpelaciones de los medios de comunicación.Lo triste es que esta situación se da no porque exista una preocupación constante, sino por el incremento alarmante de accidentes. Además, por desgracia, muy pocas veces se transmite el punto de vista sindical sobre las causas, consecuencias, responsabilidades y vías para solucionar esta lacra social.

Las consecuencias de los accidentes laborales no son tratadas como otras muertes, sino que aparecen entre sucesos variopintos que les restan seriedad. No se dice si las víctimas dejan hijos o hijas, en qué situación queda la familia,... y demasiadas veces no se identifica a la empresa donde trabajaba o donde sucedió el accidente.

Tampoco se dice que los costes para la sociedad, que no para la patronal, están reconocidos por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud Laboral y suponen entre un 2,5% y 3,5% del Producto Interior Bruto (PIB), y que navegando en Internet encontraremos que el Ministerio de Trabajo del Estado Español reconoce que ésto supone más de dos billones de pesetas al año.

Las causas que producen los accidentes son múltiples, pero en la mayoría de ellos encontraremos la precariedad contractual, el incremento en los ritmos y exigencias del trabajo y el incumplimiento por parte del empresario de la normativa específica en prevención de riesgos laborales. Ahí, junto a las condiciones en que se nos hace trabajar, hay que buscar las causa inmediatas. En definitiva es la actual organización del trabajo y del mercado laboral la que propicia las altas tasas de siniestralidad, ya que se nos equipara a máquinas buscando el incremento del beneficio empresarial al más corto plazo de tiempo, aunque sea a cuenta de la integridad física y la salud.

Se intenta justificar los accidentes hablando de lo mal que nos comportamos las y los trabajadores, de que no nos ponemos los cascos, de que no nos atamos los arneses de seguridad, de que puenteamos las medidas de seguridad sin contar con que los cascos no son eficaces en caso de caída de altura, de que para atarse el arnés de seguridad tiene que haber puntos preparados para engancharse o que los puenteos de seguridad son inducidos y consentidos por la jerarquía de las empresas pues incrementan la producción.

Por si fuera poco, aunque el actual ordenamiento jurídico responsabiliza a la empresa de los daños a la salud sufridos por el colectivo trabajador en el puesto de trabajo, la administración de justicia se inhibe de investigar y juzgar estas situaciones. Hemos de ser críticos con el papel que ejercen en estos temas los administradores públicos.

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Por un lado, la todavía todopoderosa administración central controla desde la legislación recursos tan importantes como la inspección de trabajo, el control de las cuentas y por lo tanto de las actividades de las mutuas, las relaciones con la Unión Europea, el control de la Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales, etcétera. Además, se excusa que son las autonomías -recordando sus viejos y añorados tiempos las denominan regionales- las que deben ejecutar el cumplimiento normativo y son responsables por ello de los resultados.

Del Gobierno Navarro sólo se puede decir que sigue a pies juntillas en la línea de hacer que hace para no hacer nada y deja que se vayan pudriendo las potencialidades del Instituto Navarro de Salud Laboral. El de Gasteiz tiene mejores intenciones que hechos y aunque reclama las transferencias de la Inspección de Trabajo y de los fondos económicos de la Fundación, no ha demostrado en la práctica ganas de combatir esta lacra social ni de conseguir las transferencias; ni siquiera parece querer resucitar Osalan, muerto por sus anteriores gestores, PSE-EE.

Para comenzar a cambiar esta situación y atajar las causas, la mayoría sindical va a realizar un trabajo conjunto que dé respuesta a los accidentes mortales e impulse medidas para eliminar las causas que provocan la siniestralidad y otros perjuicios en la salud o en las condiciones de trabajo. La denuncia, la movilización, la solidaridad, el trabajo continuo y sistemático en todos los marcos son elementos imprescindibles.

Pero también hay que definir claramente las posturas, denunciando a los verdaderos responsables, y las intenciones, demostrando con medidas y acciones prácticas que se quiere atajar esta lacra.

En el trabajo prioritario de eliminar las causas de los accidentes y enfermedades de origen laboral vamos a chequear las empresas, comenzando por aquellas que no han comunicado la realización de las evaluaciones de riesgos ni han organizado la prevención de riesgos o que tienen altos niveles de siniestralidad.

Pero no nos olvidaremos de exigir a las administraciones públicas que actúen con la energía necesaria. En esta línea trabajaremos para que desde aquí, desde Euskal Herria, tengamos poder y capacidad real para hacerlo.

Juanjo Rodríguez Horna es responsable de salud laboral del sindicato LAB.

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