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Donativos y fruslerías

Juan José Millás

Álvarez del Manzano ha contratado a un señor llamado Bujidos para que se indigne por él cuando le piden las cuentas. El otro día, el señor Bujidos daba tales gritos de indignación en una emisora de radio que una radioyente le llamó por error "señor Mugidos". Gritaba sin contenidos formales o semánticos reconocibles, de ahí quizá el lapsus de la radioyente. Hay personas que se indignan de este modo para despistar, porque lo cierto es que cuando al señor Mugidos o Bujidos, que ya estoy hecho un lío, se le preguntaba por los viajes del alcalde respondía no sabe no contesto. Ahora ya sabemos lo que escondía debajo de sus gritos: un par de viajes privados financiados con dinero público. Para llegar ahí hemos tenido que enterarnos de cosas que no nos interesaban lo más mínimo: que la señora del alcalde se llama Eulalia, por ejemplo, o que a él le gusta que se sepa que está casado; insiste mucho en esta tontería, ignoramos por qué.A mí, sin embargo, me da igual el estado civil de nuestro regidor. Y lo de que su señora se llame Eulalia ni me va ni me viene. No sé por qué tengo que enterarme todo el día de cosas que no me interesan, cuando se me hurtan continuamente las que afectan a mi patrimonio.

Bien, su señora de usted se llama Eulalia, de acuerdo, y usted tiene el vicio de que todo el mundo sepa que usted está casado con doña Eulalia, me parece muy bien; pero ¿ha hecho más viajes privados como el de Mallorca? De eso se trata, señor alcalde, por favor. Cuando yo no pago una multa, llega usted y me embarga la cuenta corriente. Me la ha embargado ya más de una vez sin que yo le contara a usted mi vida. Pregunto, pues: si yo le dijera que estoy casado y le diera el nombre de mi mujer, ¿me quitaría usted la multa? Sospecho que no porque no tiene nada que ver una cosa con otra. A ver si es posible que encontremos un territorio común para entendernos, porque es que entre los razonamientos de usted y los mugidos del señor Bujidos no hay forma de establecer una conversación medianamente razonable. Más cosas: mi señora (en el caso de que servidor esté casado, que no le digo ni que sí ni que no) jamás ha estado en una mesa petitoria, o como se llamen estas mesas de señoras absurdas. Pero, de haberlo estado, a mí no se me habría ocurrido pavonearme delante de ella con un donativo de 60.000 pesetas que le he cogido previamente a mi vecino.

Si usted quiere presumir de potencia económica delante de doña Eulalia cuando doña Eulalia se encuentre en estado petitorio, hágalo con su dinero de usted, que para eso tiene inmobiliarias. Ya me gustaría a mí pasar por las dificultades económicas de las que usted se lamenta. O sea, que muy mal lo de los donativos, el de la mesa petitoria de su señora y los otros. El dinero municipal está para lo que está. Así que vaya usted descontándome del próximo embargo la parte correspondiente a estas limosnas y no vuelva a cobrarme las multas que le ponen a su chófer. Por cierto, que Bujidos afirmó tan tranquilo en la radio que el chófer incumplió la legislación vigente sobre la limitación de velocidad por órdenes superiores, de ahí que el Ayuntamiento se hubiera hecho cargo de la multa. A ver si lo entendemos: ordenan ustedes cometer un acto ilegal y las consecuencias las pago yo con mis impuestos. Es lo que decíamos antes: que si no hay un pensamiento racional es muy difícil discutir. Y en este asunto aparecen mezcladas las santas cofradías, las mesas petitorias de señoras absurdas, una boda en Mallorca, un viaje a Sevilla, una esposa y varios abusos de autoridad.

¿O no es un abuso de autoridad que salga usted con la patochada de que no piensa decir una palabra más mientras estemos en periodo preelectoral? En periodo preelectoral estamos siempre, señor mío. Y a mí me ha embargado usted la cuenta más de una vez en periodo preelectoral. Por cierto, que nunca me he quejado por no discutir, aunque sé perfectamente que pierden el 42% de los recursos. Lo acepto todo, vamos. Puede usted entrar a saco en mi cuenta corriente y cobrarse todas la multas que quiera, pero a cambio hágame usted el favor de decirme si se ha gastado más dinero público con su señora, aunque su señora de usted se llame Eulalia. O sea, que no nos venga otra vez con la cantinela de que está casado y de que es muy feliz, una cosa no tiene nada que ver con la otra. De paso, dígale al señor Bujidos o Mugidos que no grite tanto en las emisoras de radio, porque da la impresión de querer tapar algo feo con sus aullidos. En otras palabras, que no le hace a usted ningún favor. Suyo afectísimo.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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