Rusia y China aumentan su cooperación tecnológica y militar, ante la preocupación de Asia y Occidente
La compra por parte de China de dos destructores de fabricación rusa por unos 1.600 millones de dólares (268.000 millones de pesetas) -el primero de los cuales ya navega por el Estrecho de Taiwan con destino a una base naval china- ilustra la floreciente relación militar entre Moscú y Pekín. Un acercamiento con el que Rusia y China quieren responder a lo que perciben como una creciente hegemonía de EEUU en el mundo y que preocupa en Asia y Occidente. Expertos occidentales y asiáticos afirman que, desde el año pasado y especialmente desde la guerra de Kosovo, los lazos entre Moscú y Pekín en materia de seguridad se han estrechado y han sobrepasado el simple intercambio de armas por dinero, que caracterizó su relación durante años, para evolucionar hacia algo más complejo y de mayor alcance.
En octubre, los ministros de Defensa de ambos países firmaron un acuerdo para realizar entrenamientos conjuntos y compartir información. Ese mes, efectivos de las Armadas rusa y china hicieron sus primeras maniobras conjuntas. Los dos Gobiernos eliminaron, además, un importante obstáculo para el comercio militar bilateral -actualmente valorado en mil millones de dólares al año (168.000 millones de pesetas)-, con un acuerdo a medio camino entre el deseo de China de intercambiar armamento y asistencia técnica por otros productos y la demanda de Rusia de dinero en efectivo.
Mientras, militares asiáticos sostienen que hay hasta 2.000 técnicos rusos empleados por instituciones chinas de investigación sobre tecnología láser, miniaturización de armas nucleares, misiles crucero, armamento espacial y submarinos nucleares.
Diferencias históricas
Los expertos occidentales están divididos sobre si Rusia y China serán capaces de superar su histórica animadversión y hacer de estos acuerdos algo duradero. Se abren, además, interrogantes sobre la capacidad del anquilosado Ejército chino para absorber la tecnología rusa, y sobre el impacto que causarán las importaciones rusas en la fuerza militar china. En enero, el viceprimer ministro ruso, Iliá Klebanov, aseguró que Pekín y Moscú "están lo suficientemente próximos" como para acordar el uso conjunto del sistema ruso de posicionamiento global por satélite, un acuerdo que ayudaría a los militares chinos a apuntar sus cohetes y misiles aire-aire. Rusia y China también pretenden colaborar en un sistema balístico de defensa anti misiles como respuesta a un proyecto similar de EEUU.
En 1998 un diplomático occidental citaba fuentes rusas que hablaban de la baja calidad de los sistemas que Moscú vendía a Pekín. La semana pasada, el mismo diplomático advertía: "Si los rusos les están dando material tan bueno como el de su propio arsenal es que son criminalmente estúpidos".
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