Los inmigrantes paralizan los invernaderos de El Ejido en demanda de medidas de seguridad
El Ejido (Almería) recuperó ayer cierta calma después de tres días de violencia xenófoba, pero no la normalidad. Los inmigrantes plantaron de forma masiva a los empresarios agrícolas con una huelga indefinida que mantendrá paralizada parcialmente la actividad en los invernaderos hasta que se les garantice su seguridad. Exigen que se ponga freno a las agresiones y las amenazas de muerte y que se les rehabiliten sus viviendas, destrozadas en su gran mayoría. Sólo dos concentraciones de inmigrantes, en las barriadas de Las Norias y La Cañada, y la quema de seis invernaderos rompieron el clima de regreso a la rutina. Ya han sido detenidas 17 personas, cinco de ellas relacionadas con la brutal agresión al subdelegado del Gobierno, Fernando Hermoso.
"No tenemos casa, no tenemos un sitio seguro y tememos por nuestras vidas", con estas palabras justificaba un portavoz de la Asociación de Inmigrantes Marroquíes en España la huelga que miles de norteafricanos han iniciado en El Ejido, y que pretenden prolongar al menos durante toda la semana, en protesta por las agresiones que vienen sufriendo desde el sábado y para reclamar indemnizaciones por las viviendas y negocios destrozados en los vandálicos ataques. Por la supuesta participación en estos asaltos han sido detenidas, hasta el momento, 17 personas. Todas ellas residen en El Ejido y trabajan en invernaderos. Cinco de ellas están relacionadas con la agresión que sufrió el domingo el subdelegado del Gobierno en Almería, Fernando Hermoso, después de asistir al funeral por Encarnación López, asesinada supuestamente por un joven marroquí que recibía tratamiento psiquiátrico. Un total de 56 personas (21 inmigrantes, 19 policías y 16 autóctonos) han requerido asistencia médica en los últimos días. Cuatro magrebíes permanecen hospitalazos.
Mohamed Mandi, dirigente de la asociación de inmigrantes Mogador, reclamó ayer la creación de una mesa de diálogo en la que participen organizaciones agrarias y responsables del Ayuntamiento y de la Subdelegación del Gobierno para negociar "las condiciones de la vuelta al trabajo".
El paro se difundió boca a boca y a través de teléfonos móviles. Cuando algunos agricultores trataron de reclutar mano de obra se encontraron con la negativa del colectivo. Aquellos inmigrantes que acudían a trabajar fueron coaccionados por sus compatriotas para renunciar al tajo.
Por este plante, la actividad de los invernaderos se ha reducido de forma notable, aunque no ha llegado a paralizarse del todo por la vuelta al trabajo de sus propietarios. Un regreso a la labor cotidiana que también se aprecia en los comercios, que han vuelto a abrir sus puertas después del paro del lunes. De igual modo, los colegios, que habían estado cerrados el día anterior, han reanudado las clases.
Apedreamientos
La calma se abre camino en medio todavía de algunos incidentes violentos, como los apedreamientos sufridos ayer por varios agricultores, y el temor de parte de la población inmigrante, que duda entre permanecer en la zona en la esperanza de que se les garantizará la seguridad o abandonar la comarca. Del lado contrario, los ejidenses desconfían de los inmigrantes. Seis invernaderos ardieron ayer por la mañana parcialmente en El Ejido. Uno de ellos pertenece a Miguel Noguerol: "Nos sentimos impotentes y me he llegado a esconder de algunos inmigrantes". Las sospechas sobre los autores de estos fuegos se dirigen hacia los africanos. La policía ha detectado asambleas de vecinos en zonas rurales y teme posibles represalias.
En cualquier caso, el halo de aparente tranquilidad permitió que algunos magrebíes comenzaran ayer a pasear por las calles del centro de El Ejido y que en la barriada de Las Norias, al igual que el día anterior, sendos grupos de inmigrantes magrebíes y de almerienses -un total de 300 perso-nas- se fundieran en un emotivo abrazo y se manifestaran juntos por las calles gritando "¡Queremos paz!".
La repulsa por la oleada racista de estas jornadas llegó también a una barriada agrícola de la capital almeriense, La Cañada, donde residen centenares de magrebíes. Otra concentración se repitió en Vícar, y sobre las nueve de la noche permanecía medio centenar de inmigrantes ante la comisaría de policía en demanda de protección.
La policía impidió que unos 300 extranjeros marchasen hasta la Sudelegación del Gobierno, a unos 10 kilómetros del núcleo, para pedir que se pacificasen los ánimos. Mohamed Chemlal, representante de los manifestantes de La Cañada, que culpó en especial al alcalde de El Ejido, Juan Enciso (PP), de espolear el brote xenófobo en reiteradas declaraciones, insistió en que no se puede culpar a todo el colectivo de una acción individual, en referencia al presunto autor de la muerte de Encarnación López.
Los destrozos de tres días de incidentes comenzaron a ser retirados ayer: siete coches totalmente calcinados fueron llevados a diferentes depósitos y se limpiaron las calles de los restos de barricadas incendiarias. También fue sofocado el incendio provocado en una planta de reciclado de plásticos en el que ardió una cantidad de este material equivalente a 40.000 hectáreas de invernadero.
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