De albañil a amigo de los políticos
JoséMartínez Núñez comenzó a trabajar a los 15 años de albañil en Porto Real, en la linde de Ourense con El Bierzo. Arrastraba una bicicleta más grande que él, vestía calzón corto y atendía todas las chapuzas caseras. Aquel chaval avispado preside hoy un grupo de empresas de construcción y hostelería, factura 40.000 millones de pesetas al año y da trabajo a 600 personas.
Don José, como le llaman sus amigos y empleados, se pasea en un Mercedes 600 y surca los cielos en su helicóptero. Vive en Ponferrada, donde nacieron Maribel y José Luis, sus hijos, y cuando viaja a Madrid se aloja en la calle Rosales en la magnífica casa que compró a José María Aristrain, empresario muerto en accidente de autogiro.
Martínez ha vivido siempre en el ojo del huracán y empleado métodos poco elegantes para defender su imperio. Esta característica arrolladora le ha convertido ahora en centro de atención de la Guardia Civil. Se le investiga como sospechoso de encargar sabotajes a empresas de sus competidores y contratar a un sicario venezolano, muerto en extrañas circunstancias, para atentar contra Xosé Cuiña, consejero de Obras Públicas de la Xunta de Galicia. Una trama en la que asegura no estar envuelto.
Sin otro bagaje cultural que su trabajo, ha levantado un holding que arranca en su constructora Teconsa, pasa por hormigoneras, canteras y áridos y concluye en los hoteles de Alojamientos Lucenses y en los medios de comunicación: posee La Crónica de León-El Mundo, el 25% del Diario de León (Grupo Voz) y de La Gazeta de León y cuenta con participaciones en Via Digital, Telefónica Cable Castilla y León y el Grupo Negocios. (FE DE ERRORES, el propio Diario de León, dice que Martínez Núñez sólo posee el 12,4%)
En los años 70 comenzó construyendo cuarteles para la Guardia Civil en Galicia y escuelas en distintas partes bajo la protección de Eugenio López, director general de Enseñanza Media en el franquismo. Adulador y con una inteligencia natural que nadie niega, supo acercarse a la Administración y ganarse la confianza de los funcionarios de los que dependían sus obras. Entonces no llegaba aún a los políticos de altura. "Sólo reconocía la autoridad de la Guardia Civil y los obispos", asegura una persona que trabajó con él.
De las escuelas y los cuarteles saltó a las canteras y se dedicó a los áridos y al hormigón. Un enorme arañazo en la montaña exhibe su principal explotación frente a Las Médulas, un paraje protegido donde están las antiguas minas de oro romanas, patrimonio de la humanidad. Los ecologistas han denunciado esta cantera por carecer de los permisos de explotación necesarios de la Junta de Castilla y León. Pero Martínez, a golpe de donativos, ha sabido colocarse en la Fundación de Las Médulas y desconcertar a sus detractores.
Sus presiones a los competidores son conocidas y muestran su espíritu "monopolista". "Considera que los áridos le pertenecen por la gracia de Dios. El dinero es su único valor", asegura un empresario leonés. Los del sector que osaron establecerse en El Bierzo recibieron visitas conminatorias para que vendieran sus negocios y observaron impotentes cómo ardían sus camiones y hormigoneras.
Martínez aparenta ser incontenible. Manuel Camino, un ingeniero que trabajó para él y fue despedido, ganó en 1993 el juicio contra su empresa, obligada a readmitirle. El día que se presentó un hombre se le "abalanzó", le dio "un puñetazo" y le cogió por la corbata con ánimo de "estrangularle". Según su versión, era Martínez, quien le habría advertido de que, si iba a la policía, "se gastaría diez millones contratando gente para pegarle cinco tiros".
Juan Morano, ex alcalde de León y diputado del PP, defiende a Martínez y no reniega de la amistad que les une desde hace 30 años. "En una obra no se habla el mismo lenguaje que en un periódico. Que tengas formas bruscas o no te expreses académicamente no significa nada. Es inocente".
Si en los 70 cultivaba a los funcionarios de medio nivel, en los 80 y 90 logró ya la amistad de influyentes políticos del PP. La que tiene con Manuel Fraga es un secreto a voces, pero el presidente de la Xunta la ha reconocido con timidez. No obstante, Fraga ha dado la cara por Martínez, al que también cree inocente, y confesado que asistió a la boda de uno de sus hijos.
El círculo de amistades del constructor se amplia a Isabel Carrasco, ex inspectora de Hacienda y consejera de Economía de la Junta castellano-leonesa. La dirigente popular frecuenta Sanxenxo, donde el empresario tiene una casa, y regresó en su helicóptero del funeral de la esposa de Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada: " Tiene un carácter fuerte y se enfada con sus amigos y enemigos, pero no me puedo creer lo que dicen de él".
Su influencia en el PP no le ha servido siempre. Se enfrentó con Cuiña por una obra y Jesús Posada, el sucesor de José María Aznar en la presidencia de Castilla y León, declinó quedarse a solas con él para evitar "conversaciones no deseadas". Pese a todo, las principales obras de remodelación de León han sido para su empresa, que ha levantado edificios emblemáticos, como el de IBM en Madrid, y obtenido grandes promociones en Santander y Valladolid.
Su influencia en medios empresariales es notable. Mantiene una estrecha relación con José María Cuevas, presidente de la Confederación de Empresarios, y sus hijos tienen negocios en común. Es amigo de Alberto Cortina y comparte mesa y mantel con José Luis Rodríguez Hermida, el magistrado expulsado de la carrera judicial por el caso Bardelino.
A Martínez le gusta conseguir todo lo quiere. Y a menudo no repara en las consecuencias. En la sede de sus empresas en la calle Serrano, de Madrid, tapió uno de los siete ascensores y lo utilizó exclusivamente para él provocando las iras de los vecinos. Es paternalista y presume de regalar a sus trabajadores un nicho en el cementerio. Va a misa los domingos, no falla a ningún entierro y se ha construido un panteón imponente.
El ahorro es uno de los secretos de su éxito. "Para pagar como ricos hay que administrar como pobres", suele decir a sus secretarias cuando gastan más papel del necesario. En su lujosa casa de Rosales, ataviado con un gorro de nadador, se relaja en su piscina. Aparte de la de ganar dinero, es la única afición que se le conoce.
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